¡Alivio! Eso es lo que sentimos las familias colombianas al ver que vuelven las acciones decididas para acabar con el flagelo que, no solo trunca la ilusión de progreso y desarrollo del país, sino que además amenaza la salud, seguridad y futuro de nuestros niños y jóvenes: la drogadicción. Como en una cacería de brujas y sin que pudiéramos actuar de manera contundente, los jíbaros, protegidos por la llamada ‘dosis mínima’ o ‘dosis de aprovisionamiento’, rondaban los entornos escolares a la espera de la inocencia de los menores para inducirlos en las drogas.
Pero hoy, vuelve la esperanza de los colombianos para recuperar los entornos seguros, gracias al decreto firmado por el presidente Iván Duque que permite incautar cualquier cantidad de droga en las calles de nuestras ciudades. No podíamos continuar cómodos ni mucho menos complacientes, mirando cómo se incrementa el consumo de sustancias y lo que es más grave, a edades cada vez más tempranas. Cifras del Ministerio de Salud indican que, respecto a la marihuana, la edad promedio de entrada al consumo es de 14 años, con un alarmante dato adicional: este alucinógeno encabeza la lista de las sustancias narcóticas más fáciles de conseguir para los niños, con 37,3 % y la exposición aumenta a medida que los jóvenes van creciendo.
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Y como para seguir sumando, cifras de los ministerios de Justicia y Salud muestran que al menos 520 mil jóvenes de colegio, que están en edades entre los 12 y 18 años, han consumido drogas por lo menos una vez en su vida. Cifra que representa al 15,9% de los estudiantes del país entre grados séptimo y once; esto quiere decir 1 de cada 6 muchachos.
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Estas escalofriantes cifras seguramente seguirían en ascenso de no actuar contundentemente. Y aunque si bien es cierto que el decreto es solo un pequeño paso en un largo camino de lucha contra las drogas, debemos celebrar que se haya tomado esta importante decisión que fue una de las promesas del presidente y que apoyamos con firmeza en la campaña a la Cámara; además de contar con el respaldo del 67% de los colombianos, según encuesta Invamer.
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Pero no podemos sentarnos en los laureles y bajar la guardia frente al tema. Debemos seguir atentos y vigilantes con nuestros menores porque, aunque afortunadamente este Gobierno va en sintonía del sentir ciudadano, como comunidad tenemos que poner de nuestra parte para que este tipo de iniciativas funcionen, acompañado a las autoridades, denunciando y generando conciencia desde los hogares y las instituciones escolares sobre el peligro y las amenazas del consumo. Mínima tolerancia para los jibaros y máxima pena para ellos. Nuestro compromiso con los niños y jóvenes deber ser permanente y categórico recordando que son el presente y futuro. Es el espíritu de la juventud, su optimismo y el idealismo los que impulsarán nuestro país hacia adelante.
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