Por: Coronel Nicolás Carmen Aristizábal - Comandante Metib
El ciclo de la vida es nacer, crecer, reproducirse y morir, pero lo más importante es que cuando llegue este último paso sea de manera natural, no provocada por terceros o en el peor de los casos por nosotros mismos.
Infortunadamente, estamos atravesando una etapa en nuestra sociedad donde la falta de amor, principios éticos y morales, al igual que la ausencia de Dios en nuestros corazones, nos está llevando a perder el respeto por los demás.
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Todas estas falencias están desencadenando actos de intolerancia, que no nos permiten aceptar que otra persona nos tropiece de manera accidental o que los demás piensen diferente a nosotros, porque cada vez que sucede cualquiera de estos hechos, reaccionamos de manera violenta, sin permitirle darle una oportunidad a nuestro semejante de brindar una explicación u ofrezca una excusa.
¿Pero qué pasaría si desarmáramos nuestros corazones?, seguramente se disminuirían las cifras de lesionados en riñas, bajarían notoriamente en nuestra ciudad esas estadísticas que indican que muchas de las personas fallecidas en nuestro terruño es a causa de discordias entre compatriotas, si “entre compatriotas”, seres humanos nacidos bajo el cielo de una misma nación, que deberían estar apoyándose y no agrediéndose por cualquier impase.
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Que sea esta la oportunidad precisa para invitar a todos y cada uno de los habitantes de la ciudad musical, para volvernos más tolerantes a la hora de compartir en espacio público, en bares, discotecas, más tolerantes en nuestra vida cotidiana, comprensión y paciencia al interior de nuestras familias, convirtiéndonos en un pilar fundamental para la sociedad, donde debemos inculcar el respeto por los demás y hacernos respetar de forma civilizada; principalmente a través del dialogo como única herramienta para resolver nuestros inconvenientes.
Prudente indicar que las personas con problemas de ira compulsiva suelen generar situaciones de violencia física, que trae consigo consecuencias negativas, máxime que en momentos de ira y violencia se produce la caída de la propia imagen, creando una reacción negativa en la sana convivencia o en su defecto verse inmerso en una investigación penal.
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Importante destacar que un ataque de ira es una conducta agresiva y violenta no premeditada y desproporcionada en relación ante cualquier provocación real o percibida y que puede conllevar a escenarios de violencia.
Ser intolerantes solo generará inconformismos y adversidades. Debemos pensar en las demás familias y en las nuestras, al momento de compartir con amigos o nuestro núcleo familiar, es contundente reflexionar sobre el comportamiento de las personas en zonas abiertas al público, invitándolos a que tengan en cuenta que la tolerancia y una actitud mediadora puede evitar fatales resultados.
DIOS Y PATRIA
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