A veces cuando le preguntan a las personas por alguna noticia que hace curse durante el día o la semana, ya sea sobre un acto administrativo, político o social, las respuestas más comunes muchas veces son las que escuchamos en algún “mentidero” político.
En Ibagué se oyen comentarios sobre el acontecer político de la ciudad y el departamento; se habla de la noticia que surgió en las distintas cafeterías del centro, debajo del palo de mango y por supuesto lo que se escucha en la tercera, terrenos donde se topan ilustres y reconocidos personajes que llevan, traen y en algunas veces fabrican las noticias del minuto.
Todos sabemos que la información que emana de estos partes tienen algo de cierto. En otras ocasiones nada. Lo bueno es que estas encuestas se toman con aire de no serlo y hacemos burla de lo que oímos de personajes o lo que nosotros mismos contamos.
Reconozco que aunque pocas veces debato con los amigos de la tercera, las veces que lo he hecho resurjo energizado e informado de los vaivenes de la actualidad política de la ciudad.
Y es que nada se escapa a los oídos de los que hacen fila para comprar un café o fumarse un cigarrillo al calor de las pláticas sobre cuestiones tan importantes como: quien va ser el próximo gobernador del Tolima o el alcalde de la ciudad de Ibagué, los diputados, secretarios, concejales, administradores de las entidades del estado locales y/o departamentales.
En fin, un sinnúmero de opiniones que revuelan entorno a los personajes del momento y el poder que estos ostentan.
He tenido la oportunidad de visitar otras capitales y puedo decir, sin duda alguna al igual que muchos de ustedes, que Ibagué no es la única ciudad donde se debaten temas que nacen de comentarios hechos en estos lugares.
Casi todas las ciudades y pueblos del país tienen su “tercera” y su “palo de mango” para que los ciudadanos de bien junto con los más sabios y entendidos en temas político-administrativos debatan sobre lo que acontece en sus respectivas poblaciones.
No hay duda que la política nos concierne a todos, pues el estado somos todos.
Tenemos derecho a opinar porque contribuimos al sostenimiento de la nación, ya sea contribuyendo con impuestos o respetando las leyes y observando la buena conducta para el beneficio de la sociedad.
Sin embargo, es bueno anotar que la mayoría de colombianos no participan activamente en la administración del país o sus finanzas y prefieran alejarse lo más distante posible de todo este asunto de la política, la cual consideran corrupta, lo que es cierto, pero también saben que es absolutamente necesaria.
¿Qué sería de esta o cualquier pueblo del mundo sin los muy necesarios e intelectualmente capaces líderes políticos? ¿Quién dictaría las leyes para regir el territorio? ¿Quién administraría los recursos públicos para el beneficio de todos?
Por eso nuestros personajes más brillantes, aquellos que llegan a la cámara alta del congreso son nuestros más grandes representantes dentro la estructura del poder, ya que representan al pueblo: el pueblo se puede equivocar, ellos no; el pueblo puede creer en chismes; ellos no.
Por eso lo que sucedió la semana pasada en el Congreso de la República, donde senadores de todos los partidos condenaron un hecho que nunca sucedió es lamentable.
El supuesto ataque de un camarógrafo hacia un funcionario del senado, reveló que nuestros senadores también toman decisiones y se apresuran a ventilar argumentos sin el más mínimo respaldo a sus afirmaciones, demostrando que al igual que en la tercera, el palo de mango o los “mentideros” políticos de Ibagué, el chisme y la desinformación hacen parte innegable de la política Colombiana.
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