Escuchando en estos días de precalentamiento electoral a los diferentes actores de la política nacional, note que el expresidente colombiano Andrés Pastrana insinúa que los próximos comicios en el 2018 serán una contienda basada en el estado actual y futuro de la economía del país, por lo tanto sugiere ese como el elemento determinante para definir qué grupo llega a la Casa de Nariño.
Pastrana trajo a colación el famoso dicho del entonces candidato demócrata y subsiguiente mandatario norteamericano, Bill Clinton, quien en su primera campaña y en contra del entonces presidente George Bush, enmarco una frase que se volvió celebre y parte del vocabulario político del entorno mundial: “it’s the economy, stupid”
Claro, decir que “es la economía, estúpido” en un país como los Estados Unidos es algo obvio para ellos en una votación presidencial: ellos no tienen un conflicto interno; ellos tienen la mayor economía del mundo; la moneda de ellos, el dólar, es la moneda de reserva y comercio mundial; ellos dominan la tecnología, la agricultura, la ciencia, la cultura, etc.
Hablar de la economía como eje primordial en una elección presidencial, y por qué no decirlo, regional o local, es ultimadamente el éxito más grande que pueda obtener una sociedad civilizada. Demostraría que ya se han dejado atrás los cuantiosos problemas que tendrían que soportar como humanidad: pobreza, delincuencia, robo, corrupción y guerra, para nombrar pocos de los tantos problemas que afronta una sociedad en desarrollo.
Es, en pocas palabras, la cúspide de la democracia mercantilista y neoliberal: donde los asuntos de la salud, empleo, seguridad, agricultura, arte, ciencia y tecnología, por señalar pocos de los muchos programas que conciernen a una administración pública, caerían exclusivamente en el entorno de cuando dinero se le va a aportar a cada una de estas ramas de la sociedad organizada, teniendo siempre en cuanta que todas y cada una de ellas son tan importantes para el conjunto de la población y donde se podría pretender que la torta burocrática y presupuestal, aquella que los contribuyentes de una u otra manera ayudan a “hornear” con sus impuestos, sea distribuida de la mejor manera, para que todos y cada uno quede contento.
Entonces diríamos, al igual que Bill Clinton, frase de James Carville, estratega de la campaña de Clinton, “THE ECONOMY, STUPID”
Sin embargo, creo que ya es absolutamente claro que el caso colombiano no es el mismo. De todas maneras, tenemos aquí a un expresidente de la republica que cree saber más que el pueblo y propone como tema central en los próximos comicios, aquellos que definirán el futuro de la nación como ningún otro, la economía.
La economía colombiana no anda bien. Una de las razones más importantes, pero no la única, es que esta está sujeta a muchas variantes de los mercados internacionales. Colombia es ajena a muchos componentes de estos, que la vuelven vulnerable, sin que el país pueda tener la más mínima opción de intervenir a favor de sus propios intereses: prueba sobre esto, el precio del petróleo.
Entonces no “es la economía, estúpido”, cambiemos esa frase creada dentro de un contesto ajeno al nuestro, por una que si se halle relacionada con lo de nosotros: “it’s the peace, stupid”
Esa sería la frase más indicada para las próximas elecciones al congreso y presidencia de Colombia.
El país está en el proceso de afirmar un tratado de paz o “volverlo trizas”. Solamente el pueblo Colombiano con su voto tiene la oportunidad de hacer cualquiera de estas dos cosas en las próximas elecciones: eligiendo quienes nos gobiernan y definen el futuro de este país por muchas generaciones venideras. “ES LA PAZ, ESTUPIDO”
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