Cuando en el país ya van mas de 300 personas muertas, 100 desaparecidas y más de 10 mil familias afectadas por cuenta de la actual ola invernal, es necesario insistir en la obligación que tienen las autoridades oficiales de anticiparse a una catástrofe en la ciudad de Ibagué.
Y ojo, que no se trata de buscar soluciones burocráticas a un problema que tiene mucho mas de fondo que de cosmética. ¿Qué sacamos con crear secretarías y otras dependencias para subirle el estatus y el salario a los funcionarios encargados de la gestión del riesgo, si al final los recursos para la prevención y la atención siguen siendo los mismos, o lo que es peor, terminan disminuyéndose?
Sin lugar a dudas, una de las mayores preocupaciones en materia de riesgos que tiene Ibagué la representa la vulnerabilidad de la cuenca del río Combeima. Razón tiene Cortolima cuando conmina al Municipio a que “se efectúen las acciones preventivas para mitigar la amenaza y riesgo en los seis centros poblados del Cañón del Combeima, y de las familias de los barrios La Vega, Baltazar, Libertador, Parte baja del Bosque, Uribe Uribe, Industrial y Cartagena” (E.N.D. 21/04/17).
Sobre el particular, no estaría de más echarle una revisada a las estrategias y actividades que quedaron trazadas en el Conpes 3570 de 2009, también llamado Conpes Combeima. Con conocimiento de causa, puedo expresar que bastante trabajo costó la elaboración y concertación de ese documento, y por lo mismo, sería inaudito que terminara durmiendo el sueño de los justos.
A 2009 se estimó en $54 mil millones la inversión total, de donde el entonces Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial y Cortolima deberían aportar cada uno 10 mil millones; la Gobernación siete mil 500 millones; el Ibal tres mil 300 millones, y el Municipio, 23 mil millones.
De las 11 estrategias planteadas para llevar a cabo antes de 2018, sería conveniente que cada una de las Entidades involucradas haga su ‘mea culpa’, pero adicionalmente, que cada una destine los recursos necesarios para cumplir con los compromisos adquiridos. Si además de poder llevar a cabo las obligaciones contenidas en el Conpes Combeima, se pueden hacer mayores inversiones para prevenir un desastre, pues mucho mejor. Pero que se vuelva la gestión de un riesgo estudiado, revisado y concertado por expertos en la materia, unos señalamientos de unas entidades a otras, donde las justificaciones y las excusas desplazan a las acciones.
Si se quiere avanzar en soluciones estructurales a los problemas hay que partir de la planeación y el seguimiento efectivo a la misma. No se puede seguir improvisando y mucho menos, desconociendo los esfuerzos hechos en el pasado. De lo contrario nos veremos expuestos a repetir las amargas experiencias vividas no solo en Mocoa y Manizales, sino en el propio Ibagué en décadas pretéritas.