Las masacres laborales, los anuncios de Alianzas Público Privadas (APP) y uno que otro cuestionado nombramiento están graduando al alcalde Jaramillo como ‘violinista’ entre sus compañeros de lucha.
En lo que hace referencia a despidos masivos o masacres laborales, el turno en el primer semestre de 2017 le está correspondiendo a decenas de trabajadores del hospital San Francisco. Ya en el año anterior el burgomaestre había estado en el ojo del huracán por la misma causa. En aquella ocasión los hechos se produjeron en Infibagué.
Por los lados de las Alianzas Público Privadas, sorpresivamente, estas vienen siendo vendidas por el actual mandatario como la gran panacea. Jaramillo se ha mostrado proclive desde los albores de su gobierno a esta figura que, no en vano, es considerada por muchos tratadistas como un modelo de privatización.
En su informe de los cien días, Guillermo Alfonso no escatimó esfuerzos para anunciar un sinnúmero de APP, dentro de las que se destacan la que se encargaría de operar el sistema estratégico de transporte, la del cable aéreo para conectar el Panóptico con el Cerro Pan de Azúcar, la del parqueadero subterráneo en la plaza Murillo Toro, una más para la plaza de mercado de la 21, la del famoso tranvía, esta última que más parece sacada de un episodio de Los Simpson, y como si fuera poco, también anunció una para construir un nuevo Palacio Municipal.
La tercera pata de la mesa la conforman los nombramientos cuestionados. Además de la echada para atrás en el nombramiento del Secretario de Gobierno a principios de año y los constantes problemas en la cartera de Tránsito durante este primer trimestre, llama la atención cómo la interinidad y los periodos cortos vienen siendo una constante en lo transcurrido de esta Administración. Educación, Desarrollo Rural, Gobierno, Tránsito, Infibagué, Gestora Urbana, Gpad y contando.
A estas alturas, no es claro cuántas cosas se van a materializar y cuántas más simplemente se quedarán en anuncios. Lo cierto es que la improvisación le está pasando cuenta de cobro a Jaramillo y ese es un tema que nos afecta a todos los ibaguereños.
La improvisación queda en evidencia no solo en las líneas gruesas de política, sino también en el día a día. Así como cuando el Concejo tiene que devolver proyectos de acuerdo por estar mal presentados, o se anuncian medidas para el pico y placa y luego se echan para atrás, o quedan sin alimentación escolar los niños durante gran parte del año, o se presentan modificaciones en materia tributaria sin tener en cuenta la opinión de los gremios económicos.
La improvisación y la incapacidad técnica son otra forma de corrupción. Nadie tiene la obligación de llegar al poder, pero quien llega sí tiene la obligación de ejercerlo con criterio y conocimiento, y rodeado de gente capacitada. Lo contrario es tumbar a la población desde el poder. Y ya sabemos cómo se llama eso: corrupción.