Un estricto protocolo es el que cumplen las clínicas y hospitales del país en el manejo de los residuos hospitalarios en el marco de esta emergencia por la pandemia del coronavirus.
Una reglamentación que -según Adriana Estrada, Subdirectora de Salud Ambiental del Ministerio de Salud- está en permanente evaluación, al ver en la cremación el método idóneo para la disposición final de los elementos que se utilizan en la atención de los pacientes contagiados con la COVID-19.
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“Es importante que se realicen todas las actividades de coordinación, aislamiento y planeación con el fin de que en esta emergencia le hagamos un manejo seguro a estos materiales. Es por eso que hay que tener presente que los territorios han tratado de cumplir con las dinámicas propias de la pandemia y la capacidad instalada en sus entidades territoriales”, indicó la funcionaria.
Destacó además que estos lineamientos están siendo valorados de forma constantes debido a las directrices de diferentes organizaciones internacionales.
“Estos procesos están en constante revisión y ajustes por las indicaciones que nos llegan de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y las evaluaciones que hacemos de manera permanente de las experiencias exitosas que tomamos de otros países e inquietudes que manifiestan los mismos actores de la academia que son muy importante tenerlos en cuenta. Todo se hace dentro de un manejo seguro y en el marco de nuestra normativa nacional”, subrayó.
Al respecto, la ingeniera Andrea Hernández, parte de los operarios de la Clínica Shaio en Bogotá, explicó cómo se desarrolla este proceso.
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“En todos los servicios donde sabemos que vamos a tener paciente confirmados con COVID-19 tenemos instaladas unas canecas rojas que cumplen con la capacidad necesaria para el almacenamiento temporal de los residuos de los pacientes contagiados. Allí ponemos doble bolsa roja con el rotulo internacional de Riesgo Infeccioso Biológico y la bolsa del exterior se marca que pueda ser fácilmente identificada”, señaló.
La especialista encargada de esta área de la clínica afirmó además que estas bolsas son llevadas a la unidad técnica de almacenamiento central de residuos en unos vehículos internos transportadores que son completamente herméticos.
“Allí se depositan en unas canastas especiales y se separan de los demás residuos generados por la clínica, para luego quedar a disposición de la empresa que se encargara de su destino final”, indicó.
Igualmente, en el hospital San Antonio de Villamaria en el Quindío, según la gerente Mónica Liliana Díaz, los protocolos son aplicados tanto por el personal médico y de aseo como también por la empresa encargada.
“Las bolsas rotuladas se inactivan con peróxido. Se guardan en una caja de cartón y esta se marca como residuos paciente COVID-19, para cuando la empresa llega por los residuos que en el caso del hospital son los lunes y los viernes. Los recogen y dentro del camión le hacen un proceso de desafección y los ubican en un lugar especial para trasladarlos al sitio donde se hará su destrucción”, manifestó.
Por su parte, el gerente de la clínica Nueva, Ferney Quitian, señaló que se hacen grandes esfuerzos por cumplir paso a paso estos protocolos debido al riesgo en el que está todo el personal.
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“El personal de recolección lleva estos residuos hospitalarios hasta la empresa de disposición final donde se depositan estas bolsas en autoclave. Allí con vapor de agua y presión a muy alta temperatura lo que hace que el residuo se esterilice y por el tema de la peligrosidad de este material y de contagios se llevan a la incineración en unos hornos a más de 1.200 grados y estas cenizas se depositan en las celdas de seguridad”, subrayó.
El cumplimiento de los protocolos de manejo de los residuos hospitalarios es vigilado por las secretarías de salud a nivel municipal entidades que deben garantizar su destrucción y destino final.