No se crea que por el error del árbitro no se ganó, Deportes Tolima sigue como líder pero como todo equipo tiene sus momentos en que la producción no es tan elevada como en el partido ante Nacional, mejor dicho, ese fue el pico y los demás los ha jugado con rivales que lo analizaron y le jugaron bien, se plantaron como debiera en el terreno de juego y en el caso de Millonarios hasta atacó, pero realmente los azules en esa parte están muy flojos, demasiado diría.
Menos mal para Deportes Tolima, todavía cuenta en sus filas con un jugador en crecimiento y desde ya apetecido por varios clubes del mundo, nos referimos a Jaminton Campaz.
El número ocho del equipo pijao se encargó, con su sello propio, del remate certero de corta distancia para abrir la cuenta, en un balón que le centro Albornoz, uno que regreso a la titular.
Campaz, clarito ,otra vez, le puso la pelota a Estupiñán en el 2 a 0, después jugaría de extremo finalizando el partido, cumpliendo a cabalidad su trabajo.
En ofensiva no fue más el cuadro pijao, Millonarios en cambio marcó bien, traslado la pelota hasta cercanías del área, pero sus remates fueron pocos al pórtico que esta vez defendió William Cuesta, ya que Montero el dueño del puesto esta con la selección Colombia y podría ser también titular allí.
Millonarios igualó a punta de penaltis, uno bien sancionado y ejecutado por Pereira, el otro será motivo de crítica, pues lo dio como regalo anticipado de Navidad y extemporáneo de Amor y Amistad, el juez del partido.
Una mano cometida en la media luna del área la “vio“ adentro, o se la inventó, pero fue un craso y descarado error del cual ninguno de los asistentes ni el cuarto ni nadie le ayudó a sacarlo.
Esta decisión le cambió el marcador al partido, incidió en el resultado al darle la máxima opción al visitante que aprovechó con Ayron del Valle y puso la cuenta 2 a 2.
En adelante ni Tolima ni Millos tuvieron con que hacer más.
Es el momento que la comisión arbitral de la Federación saque de circulación a este árbitro, así como dejó de nombrar otros reconocidos, pero con actuaciones que ponen a reflexionar sobre su capacidad, o buena fe.