Muerte de Tormenta de Catalana, la mejor yegua del país, sigue siendo un misterio
Tormenta de Catalana era la mejor yegua del país, reconocida en el mundo caballista como una de las mejores y ganadora de varios concursos y eventos oficiales. En el 2011 murió al interior de la pesebrera 96 del coliseo de Expoferias en Manizales.
Días antes, su dueño la había inscrito para participar de la 55° Exposición Equina Grado A, que se realizaría en esa ciudad a cargo de la Asociación Caldense de Caballistas Asdecaldas, con el aval de la Federación de Caballistas Fedequinas.
Pero su muerte sorprendió a todos. La necropsia no arrojó resultados concluyentes. Algunos testigos aseguraron que la yegua había muerto electrocutada, pues había llovido y encontraron en su pesebrera un pozo de agua.
La primera persona que la encontró sin vida tumbada en el piso aseguró que al acercarse lo había “cogido la corriente”; sin embargo, los médicos veterinarios afirmaron que no encontraron lesiones eléctricas.
Al contrario, los exámenes de necropsia encontraron lesiones crónicas “a nivel de muchos órganos, tráquea pulmones corazón (…) lesiones o quistes en los pulmones, el corazón y el cerebro del animal, indicativos de una patología llamada Sarcocystis”, se lee en la sentencia.
También encontraron dos agujas clavadas en la yugular, lo que pudo haber sido “que el animal sufrió un shock secundario a la aplicación de medicamentos”, según los expertos.
Los organizadores del evento y el dueño del animal se enfrentaron en un proceso judicial que terminó en manos de la Corte Suprema de Justicia.
El propietario aseguró que el lugar donde murió la yegua “no cumplía los requisitos para garantizar la estadía de los equinos. contaban con un sistema de drenaje suficiente. El techo y los parales eran de material metálico. Y las instalaciones eléctricas se sustraían a los estándares mínimos de seguridad.
Sin embargo, para la Corte el cuidado del animal no era responsabilidad exclusiva de la organización del evento.
Incluso, el reglamento de Fedequinas “impone a los participantes, a su vez, la «obligación de tomar, por su propia iniciativa, las precauciones necesarias para evitar accidentes o perjuicios en sus personas, sus ejemplares o sus pertenencias»”.
Así las cosas, la Corte no encontró responsables frente a la muerte del animal.