La primera vez que se leyó el nombre de Pablo Escobar en un reportaje colombiano fue en 1983, artículo en que se lo llamó el 'Robin Hood paisa', donde se lo mostraba como un millonario que, no ajeno a sus inicios humildes, quería darle de su dinero a los más desfavorecidos.
Luego ese apodo cambió, y en los titulares de los periódicos y medios de comunicación del país su nombre vino acompañado con palabras relacionadas con el terror que causó y las miles de vidas que cobró en su camino por convertirse en el narcotraficante más buscado del mundo y quien desestabilizó todo el sistema de Colombia y de la región, convirtiéndose incluso en el objetivo militar de Estados Unidos.
Treinta años después de que fuera asesinado en el barrio Los Olivos de Medellín, el 2 de diciembre de 1993, donde se escondía de las autoridades, y que por años circulara su imagen abatido en un tejado de una casa, quienes no conocen de cerca la historia de Colombia, lo referencian por frases como las que mostró la serie de Netflix: Narcos, en la que se decía ''plata o plomo''.
Narcos no es la única producción que ha fomentado que algunos minimicen su legado de terror, también hay películas, canciones y libros que han generado una reacción que las víctimas no imaginaron: que se convirtiera en un personaje que algunos turistas admiran y una de las razones por las que visitan Medellín.
Una ciudad que, a tres décadas de su muerte, aún no ha podido liberarse por completo de ser reconocida por ser la tierra natal de una de las personas más sangrientas de Colombia.