Informe especial: El triste olvido en el que vive el maestro Villalba
Rondaba la década de 1970, un dúo musical, compuesto por un huilense de nombre Rodrigo Silva, y un tolimense, de pura sepa y tamal, Álvaro Villalba, se tomaban la música colombiana como su máxima expresión de arte cultural.
En esa misma década lanzaron su primer álbum bajo el nombre “Viejo Tolima”, composición que incluía éxitos como: Al Sur, Llano Grande, Soñar Contigo, Pescador, Lucero, Río y Oropel. El dueto llegó a ser triunfador en el Festival de Villavicencio en 1976 con el pasillo “Qué más quieres de mí”.
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Su éxito fue tan grande, que realizaron su primera gira internacional al país hermano de Venezuela, para luego llevar sus composiciones hasta Ecuador y Brasil, además, recibieron premios Mariscales de la Hispanidad en Nueva York y la Mención de Toronto en Canadá.
El dúo colombiano estaba en la cima de su éxito al cosechar clásicos, que suenan hasta el día de hoy, entre los radios envejecidos por el tiempo de nuestros abuelos, y quizá, hasta de nuestros padres. Si pasas por San Gil, Espumas, Llamarada, Los Guaduales, El Bucanero y Se murió mi viejo, son algunas de sus obras, que aún hoy, más de 30 años después de su éxito, siguen estando en el recuerdo indeleble de las personas mayores.
El maestro Rodrigo Silva estuvo radicado por años en la musical de Colombia, en el 2004 fue diagnosticado con cáncer de cuello y garganta. La última vez que el Silva asistió a un evento público, fue al homenaje que le rindió el Banco de Bogotá en Corferias, el 19 de noviembre del 2007, por sus 40 años como símbolo del folclor. El maestro fallece el 8 de enero del 2018.
Su compañero, Álvaro Villalba, hoy con 88 años de edad, reside en la ciudad de Ibagué, donde sufrió, hace doce años, una isquemia Cerebral Transitoria, y tuvo que ser intervenido por problemas en la próstata. El maestro Villalba, además, sufre hoy en día de una enfermedad en sus ojos.
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Lo más triste de la historia, es que uno de los más importantes músicos colombianos, vive hoy en el completo olvido. Los amigos, seguidores, colegas artistas, casas disqueras que alguna vez compartieron junto a él su éxito, hoy, lo dejaron sepultado en sus enfermedades, en su vejez, en su impotencia, su soledad y su crisis económica. El maestro y su esposa, sobreviven gracias a una pequeña tienda que tienen en su casa, y a la ayuda de sus hijos.
María Cecilia Arciniegas, la fiel compañera del músico, es quien ha estado al frente de su cuidado, atendiendo al maestro como su más preciado tesoro, bañándolo, cambiándolo, alimentándolo, y sirviendo como su polo a tierra, como su pilar de ancla ante la vida injusta que intenta borrar de la historia a un músico que entregó su vida al arte. Ella es quien realiza todas las labores del hogar, y es quien, además, trabaja para encontrar uno que otro peso para mantener a flote la salud y el bienestar de su amigo incondicional. Sin embargo, sus esfuerzos a veces no son suficientes para costear los gastos, a veces se ve “cogida” porque la economía no da para todo lo que se necesita. Sayco y Acimpro solamente les consigna un millón de pesos cada cinco o seis meses.
El eterno amor del maestro, su esposa, cuenta entre lágrimas que pidió ayuda a Sayco y Acimpro, enviándoles una carta para que de alguna manera la apoyaran con un hogar geriátrico para que el maestro pudiera estar tranquilo y cómodo, mientras ella trabajaba. La respuesta ante la petición desesperada de la señora María Cecilia, no fue muy reconfortante. La Asociación de Compositores le dijo que la ayudaría con 3 meses de pago del hogar donde estaría el maestro, que luego de ello sólo podrían darle $600.000 mil pesos y el restante debería conseguirlo ella.
Con la fuerza de su amor por delante y la idea de una vejez más digna para el maestro, Doña Cecilia aceptó lo que Sayco le ofreció, sin embargo, un mes después tuvo retirar a su esposo del lugar porque la tristeza, la depresión y la soledad lo estaban atacando, y quitándole las pocas ganas que le quedaban, de salir adelante. Con los meses restantes del subsidio que le quedaba al maestro por parte de Sayco, su esposa, le contrató una enfermera que lo cuidara, pero al término de la ayuda económica, María Cecilia, con sus achaques de los años, sus dolores en la espalda y su falta de dinero, tuvo que volver a ser la guía y el sustento del maestro que se desvanecía con el paso de los días.
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Hoy en día, Sayco nunca más volvió a contestar las llamadas de María Cecilia, que desesperada ha tratado de convencerlos de ayudarla y ayudar al maestro para poder llevar una vida tranquila; no con lujos, pero si al menos con la certeza de poder darle al músico una vejez serena. Y así es, como si se tratase de un ángel guardián incesante, Doña María golpeó las puertas de la Fundación Musical de Colombia, donde tampoco encontró ayuda.
Al día de hoy, María Cecilia y el maestro Villalba sobreviven con lo poco que su tienda produce, esperando que algún día, la vida los recompense por los años trabajados, por los años que el maestro inspiró a muchas personas, por los sonetos compuestos y que han perdurado en lo ancho y largo de la historia musical de Colombia. Además, es una triste realidad que sucede no solo con los artistas y compositores nacionales, sino en particular con aquellos que han resaltado a Ibagué bajo su título de Ciudad Musical, que irónicamente, les paga a sus artistas con olvido, soledad y falta de apoyo.
Fuentes periodística: Locutor Juan Sebastián Cañón ‘El Polaco’ Radio Uno Ibagué