Capilla Sixtina
Capilla Sixtina
Archivo RCN
28 Abr 2025 01:07 PM

La Capilla Sixtina: Obra maestra del Renacimiento italiano

Tatty
Umaña G.
Uno de los lugares más turísticos de Roma hoy está cerrado por el inicio del cónclave.

En el corazón del Vaticano, custodiada por los muros de la Ciudad Eterna, se encuentra uno de los tesoros artísticos más impresionantes de la humanidad: la Capilla Sixtina. Este espacio sagrado ha sido testigo silencioso de la historia del papado y alberga algunas de las obras pictóricas más sublimes jamás creadas. Su nombre resuena como símbolo del genio humano y representa la culminación del arte renacentista italiano.

Orígenes e historia

La Capilla Sixtina debe su nombre al Papa Sixto IV della Rovere, quien ordenó su construcción entre 1477 y 1481. El arquitecto Baccio Pontelli fue el encargado de diseñar esta estructura rectangular que reproduce las dimensiones del Templo de Salomón descritas en el Antiguo Testamento: 40,9 metros de longitud, 13,4 metros de anchura y 20,7 metros de altura.

Originalmente, la capilla fue concebida como la capilla palatina del Palacio Apostólico, sirviendo como lugar de reunión para el Colegio Cardenalicio y centro de ceremonias religiosas de la corte papal. Sin embargo, su destino cambiaría radicalmente cuando, décadas después de su construcción, el Papa Julio II encargaría a Miguel Ángel la decoración de su bóveda, transformándola en el santuario artístico que conocemos hoy.

Las primeras decoraciones

Poco después de su construcción, Sixto IV convocó a los más destacados artistas florentinos y umbríos de la época para decorar los muros laterales. Entre ellos se encontraban Sandro Botticelli, Pietro Perugino, Domenico Ghirlandaio y Cosimo Rosselli, quienes pintaron dos ciclos de frescos paralelos: uno dedicado a la vida de Moisés y otro a la vida de Cristo, estableciendo un paralelismo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.

Estas obras, completadas hacia 1482, ya constituían por sí mismas un conjunto artístico excepcional. Los frescos representan escenas como "La entrega de las llaves a San Pedro" de Perugino o "La tentación de Cristo" de Botticelli, que muestran la maestría técnica y narrativa del primer Renacimiento.

La bóveda de Miguel Ángel

El verdadero punto de inflexión en la historia de la Capilla Sixtina llegó en 1508, cuando el Papa Julio II encargó a Miguel Ángel Buonarroti la decoración de la bóveda. Miguel Ángel, reconocido por entonces como escultor más que como pintor, inicialmente se mostró reacio a aceptar la comisión. Sin embargo, terminaría creando lo que muchos consideran la obra pictórica más grandiosa de la civilización occidental.

Durante cuatro años (1508-1512), Miguel Ángel trabajó en condiciones físicamente extenuantes, pintando más de 500 metros cuadrados de techo en una postura incómoda que le obligaba a mirar hacia arriba durante largas jornadas. El resultado fue una composición monumental que narra la historia de la humanidad antes de la llegada de Cristo, desde la Creación hasta el Diluvio Universal.

El techo está organizado en nueve paneles centrales que ilustran pasajes del Génesis:

  1. La separación de la luz y las tinieblas
  2. La creación del sol, la luna y las plantas
  3. La separación de la tierra y las aguas
  4. La creación de Adán (quizás la imagen más icónica y reproducida)
  5. La creación de Eva
  6. La tentación y expulsión del Paraíso
  7. El sacrificio de Noé
  8. El Diluvio Universal
  9. La embriaguez de Noé

Rodeando estos paneles centrales, Miguel Ángel pintó figuras de profetas y sibilas, así como los llamados "ignudi" (jóvenes desnudos) y una galería de antepasados de Cristo.

El Juicio Final

Veinte años después de completar la bóveda, Miguel Ángel regresó a la Capilla Sixtina por encargo del Papa Pablo III para pintar "El Juicio Final" en la pared del altar. Trabajó en esta obra monumental entre 1536 y 1541, cuando ya contaba con más de 60 años.

A diferencia de la luminosidad y el optimismo renacentista de la bóveda, "El Juicio Final" refleja un espíritu más sombrío y atormentado. La composición muestra a Cristo como juez implacable, rodeado de santos y mártires, mientras los condenados descienden al infierno y los justos ascienden al paraíso. La obra causó controversia en su época por la abundancia de desnudos, que posteriormente fueron parcialmente cubiertos con paños (los llamados "braghettoni") por orden del Concilio de Trento.

Restauración y conservación

Entre 1980 y 1994, la Capilla Sixtina fue sometida a una meticulosa restauración que eliminó siglos de hollín, polvo y repintes, revelando los colores originales de los frescos de Miguel Ángel, mucho más vivos y brillantes de lo que se había creído. Esta restauración, aunque controvertida en su momento, permitió redescubrir detalles y matices que habían permanecido ocultos durante siglos.

Función actual

Hoy, la Capilla Sixtina mantiene su función litúrgica original como capilla papal. Es aquí donde se celebra el cónclave para la elección de un nuevo papa, una tradición que se remonta al siglo XV. Durante este proceso, los cardenales se reúnen en la capilla para votar, y la famosa chimenea instalada sobre el techo emite humo blanco cuando se ha elegido a un nuevo pontífice o negro cuando la votación no ha sido concluyente.

Además de su importancia religiosa, la Capilla Sixtina es uno de los lugares más visitados del mundo, recibiendo anualmente a millones de turistas que acuden a los Museos Vaticanos para contemplar este incomparable legado artístico.

Un legado universal

La Capilla Sixtina trasciende su función religiosa para convertirse en patrimonio universal de la humanidad. Las obras de Miguel Ángel, en particular, representan un punto culminante en la historia del arte occidental y han influido profundamente en generaciones de artistas.

La famosa escena de "La creación de Adán", con los dedos de Dios y Adán a punto de tocarse, se ha convertido en un icono cultural reconocible instantáneamente en todo el mundo, simbolizando la conexión entre lo divino y lo humano.

Más allá de su belleza estética, la Capilla Sixtina encarna el espíritu del Renacimiento italiano: la celebración del potencial humano, la búsqueda de la perfección formal y la síntesis entre el humanismo clásico y la fe cristiana. Es un testimonio perdurable de cómo el arte puede elevar el espíritu humano y expresar las más profundas aspiraciones de nuestra especie.

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Alerta Tolima