Hay historias que solo se hacen posible cuando confluyen unos cuantos factores, todos ellos mediados por la voluntad de Dios y son muchos los desayunos de trabajo a los que se pueden asistir, pero pocos tienen una motivación tan noble como en el que Antonio José Uparela Medina, un joven sabanero de Majagual Sucre, más exactamente de la vereda La Bárbara, pronunció un discurso que le caló el alma a todos los asistentes y que iniciaba así:
“Reciban todos ustedes un cordial saludo, acompañado de un caluroso abrazo, deseando profundamente que la gracia y el favor de Dios les continúe bendiciendo en gran manera.”
La audiencia sabía que Antonio, era estudiante de último semestre de Comunicación Social de la Universidad Minuto de Dios - Sede Ibagué, que gracias al programa “Conviértete en Becario Uniminuto” estaba logrando terminar sus estudios, pero fue lo que no sabían de Antonio lo que les llegó al alma, a los empresarios y a los invitados en general, en cada fibra de su ser, y la idea de colaborar con el proyecto de vida de estudiantes en condición de vulnerabilidad, más allá de los beneficios tributarios, es la satisfacción de apoyar seres a los que les puedes cambiar su condición de vida, como pasó con Antonio.
Este joven sabanero relató en su discurso como aprendió a vivir de la manera más dura, en la calle, revelando las situaciones extremas, esas que no debería experimentar un niño a sus tiernos ocho años, edad en la que ninguna criatura debiera estar expuesta, momentos en que los niños deberían estar con la única preocupación de ser felices y estudiar; pero para Antonio las condiciones de vida fueron otras, sin embargo, su maleta cargada de sueños siempre estuvo en su mano y, aunque malograda por momentos, allí seguían contenidas sus aspiraciones.
Golpeó muchas puertas, algunas nunca se abrieron y por otras no pudo pasar. Su viaje lo trajo a la capital Musical de Colombia y fue en esta ciudad donde muchas cosas se confabularon en su favor: Uniminuto lo acogió y lo abrigó; sus sueños eran tan grandes que lo abrumó la idea de empezar a cumplirlos. Lastimosamente, su pasado, le pasó factura y el peso de situaciones álgidas de su infancia lo llevaron a pensar en el suicidio, justo aquí, cuando quizá vivía el momento más hermoso de su vida.
“Todo un dispositivo de profesionales del área de bienestar institucional y pastoral acudieron inmediatamente al llamado de la Policía desde el puente (Puente de la Vida, variante de Ibagué). Fui llevado a un hospital psiquiátrico, el diagnostico no era nada alentador – trastorno depresivo recurrente – desde ese momento se me brindó un acompañamiento muy minucioso y profesional desde mi amada Uniminuto, delegaron cuatro psicólogos (Camila Remicio, Edgar Tello, Natalia Quintero y mi psicólogo oficial Mario Iván Vásquez) y un psiquiatra que minuto a minuto estuvieron ahí, a pesar de la pandemia y el encierro, sorteaban los muros para irme a ver y asegurarse que yo estaba bien. En ese proceso de recuperación, mi alma estaba rota en mil pedazos, no veía esperanza de nada, sin embargo, Uniminuto seguía creyendo en mis capacidades y habilidades, fueron dos años y medio en que estuvieron ahí”, reveló Antonio en su discurso.
Escuchar a este moreno de 1.80 de estatura, complexión fuerte y una sonrisa que ilumina todo, contar este capítulo de su historia con tanta fuerza y emoción, embargó a su auditorio de un sentimiento solidario sin igual, pero lo más conmovedor llegó en el momento en que cuenta que gracias al programa “Conviértete en Becario Uniminuto”, la buena gestión de la Universidad y el convenio con la Gobernación del Tolima, fue beneficiado con una beca del 100%, la cual ha aprovechado al máximo.
Ese acto maravilloso de fe, le devolvió las ganas de vivir, de seguir soñando y transformando vidas. Ha participado en el proyecto de inversión social de Uniminuto en Bogotá en el sector de Ciudad Bolívar, en el centro Juan Bosco Obrero, donde logró impactar a cientos y cientos de jóvenes, con historias de vida muy parecidas a las suya y mediante la experiencia vivida, usó esas mismas herramientas para llevarles esperanza y hoy, muchos de ellos están creciendo y surgiendo, extendiendo el mismo mensaje a otros.
Antonio ya publicó un primer libro, “Corazón de Héroe”, un relato íntimo y sentido de su vida hasta sus 18 años, su historia de vida, el abandono, el abuso, incluso hasta su secuestro y la influencia de todos esos episodios en su emocionalidad. Como no admirar a un ser que demuestra en cada paso que da, que querer es poder y que por más situaciones adversas que pasen en la vida, si tus propósitos están firmes, si tienes fe en Dios y en ti mismo, Él se encargará de llegar a tu vida, con todos sus soldados y brindarte oportunidades inimaginadas cuando la crisis se apodera de ti.
Hoy en día, Antonio escribe su segundo libro, “El hijo de nadie”, donde va narrando el camino de la depresión, como ésta influyo en su vida, como sobrevivió a un intento de suicidio, los dos meses en un psiquiátrico, en sus palabras: “¡Cómo Antonio logró sobrevivir a tanto caos!”
Esta historia va teniendo una llegada a la primera meta, pero mucho de ello ha sido posible gracias a los benefactores, a las empresas donantes, que si bien se ven beneficiadas con ventajas tributarias, su aporte permite que personas, que por muchas circunstancias de la vida, sin ese apoyo jamás hubieran logrado llegar hasta aquí.