El pasado 16 de agosto, Ibagué fue testigo de un devastador incendio en la calle 19 que, afortunadamente, no dejó víctimas humanas, primero por ser hora de almuerzo y descanso de la mayoría de trabajadores de ese sector y gracias al heroico despliegue del cuerpo de bomberos. Sin embargo, en medio de la tragedia, surgieron críticas en redes sociales que señalaban la supuesta falta de preparación y recursos del equipo de rescate, olvidando que detrás de cada intervención hay sacrificio y dedicación.
La jornada comenzó con una llamada de emergencia a la 1:35 p.m. El Capitán Rafael Rico, comandante del Cuerpo Oficial de Bomberos de Ibagué, relató cómo, desde el primer instante, se activó un complejo sistema de respuesta que incluyó el desplazamiento inmediato de unidades. Una vez recibida la alerta, se registró en el libro de minuta de guardia y entraron en acción todas las estaciones y unidades disponibles. La primera móvil, un carro-tanque con capacidad de 3,300 galones, llegó al lugar para enfrentar un incendio que, en ese momento, ya había alcanzado la fase declarada, complicando su control.
Los bomberos se enfrentaban a un fuego alimentado por materiales altamente inflamables: espumas, solventes, pinturas y una estructura de madera que, en cuestión de minutos, esparció las llamas a los alrededores. "El incendio se inició en el taller de ebanistería, un lugar deshabitado durante la hora del almuerzo. Esto permitió que el fuego creciera sin ser detectado a tiempo", explicó el Capitán Rico. El fuego, en su fase incipiente, rápidamente se convirtió en un incendio declarado, lo que requería un ataque más robusto, ya que no podía ser controlado con extintores.
Las críticas de la comunidad, que cuestionaban la reacción de los bomberos, no tomaron en cuenta la complejidad del incendio. "Cuando llegamos, el fuego ya estaba fuera de control. El ataque inicial se realizó desde la carrera quinta, donde se originó el incendio, y se implementaron líneas de defensa para proteger los locales vecinos", agregó el capitán, invitando a la comunidad a reconocer el arduo trabajo realizado.
Uno de los momentos más impactantes fue cuando el Capitán tuvo que ordenar la retirada de su equipo debido al inminente colapso de la estructura. “La seguridad de mi personal es lo más importante. Si el incendio ya estaba controlado en un 90%, no quería lesionados en el 10% restante”, afirmó con un tono que reflejaba su compromiso con la vida de sus hombres y mujeres.
Además, el Capitán Rico destacó la falta de comprensión del público respecto a la complejidad del trabajo que realizan. “La gente debe entender que no somos improvisados. Somos un organismo preparado y capacitado. Cada incendio es diferente y requiere decisiones estratégicas basadas en la experiencia”, subrayó.
Los comentarios que atacan al cuerpo de bomberos son un recordatorio de la desconexión que a veces existe entre quienes están en la línea de fuego y quienes observan desde la distancia. "Cada uno tiene su arte, su profesión. Los bomberos no improvisan. Sabemos lo que hacemos y estamos dispuestos a arriesgar nuestras vidas por la comunidad", expresó el Capitán Rico. La mayoría de su equipo, que llegó al incendio sin el equipo de protección adecuado, lo hizo por que estaban en su descanso, se dieron cuenta de la magnitud del incendio y por amor a su profesión fueron a apoyar por vocación, arriesgando su integridad física para ayudar.
Alerta Tolima contactó a dos integrantes del cuerpo de bomberos que estaban en su hora de descanso y decidieron ir a ayudar a sus compañeros. El Sargento Henry Bocanegra, con 30 años de experiencia en la institución, compartió su experiencia: “Me encontraba en la vivienda descansando después del almuerzo. Nos enteramos de la emergencia en la calle 19 y, junto a mi hijo Kevin Esteban, también bombero, llegamos al sitio para apoyar a los compañeros”.
Manuel Brisneda, periodista de La FM de RCN Radio se contactó con el Sargento Bocanegra y esto expresó : "Me encontraba en la vivienda descansando después del almuerzo. Nos enteramos de una emergencia grande que teníamos en la ciudad en la calle 19 exactamente y arrancamos con mi hijo, Kevin Esteban Bocanegra también bombero, en el vehículo particular al sitio del incendio para apoyar a los compañeros.
Eso nace del corazón y por nuestra voluntad, ir a atender esas situaciones, es por llevar en la sangre ser bomberos. La profesión nos da esa habilidad y emoción de apoyar a los compañeros cuando más lo necesitan en esas emergencias tan grandes porque los que están de turno necesitan estos apoyos. Siempre estamos prestos para la necesidad que se presente y cuando nos llamen.
Llevo 30 años de planta en bomberos, como grupo de apoyo son seis años, porque mi papá también trabajó en bomberos. Yo le llevaba los alimentos a mi papá a la estación y me fue gustando, me motivé para pertenecer a bomberos y continuamos la tradición junto con mi hijo.
La crónica de aquel día no solo es un relato de un incendio, sino un llamado a la empatía y al respeto. La comunidad necesita reconocer el sacrificio de quienes se lanzan a combatir el fuego, dejando de lado las críticas infundadas y centrándose en el reconocimiento del valor que estos hombres y mujeres demuestran, día tras día.
Cada vez que escuchamos sirenas, debemos recordar que detrás hay héroes, dispuestos a entregar todo por salvar vidas y propiedades. En lugar de señalar, aprendamos a valorar el compromiso de quienes arriesgan su vida, porque, al final del día, su único deseo es que todos estemos a salvo.
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