Son las 3:40 de la mañana y un estridente sonido que perturba el silencio de mi hogar, me anuncia que es hora de levantarme. ¡Todos duermen menos yo!
Bajo el chorro de la ducha despabilo el letargo de la noche que pasó. Tengo miedo que inicie este día…Sin embargo, debo esconder mi miedo y emprender mi camino rumbo a la emisora en la que laboro para contarles a los oyentes las más recientes noticias. Ellos confían en lo que la radio les dirá hoy.
De su interés: Ojo, no podrá salir en su vehículo particular si el pico y placa no coincide con el pico y cédula
A las 4:30 ya estoy fuera y las calles de mi ciudad están aún en un sueño profundo. Sobre ellas solo camina la soledad y el viento del amanecer que con sutileza acaricia mi rostro.
Los primeros rayos de sol se asoman con timidez, quizás, también tienen miedo de iluminar los rostros preocupados de las personas que abren sus ojos al nuevo amanecer.
El país y mi ciudad están en estado de cuarentena debido a un diminuto enemigo que se da el gusto de tener al mundo amedrentado. Un virus que surgió de la nada y trastocó la vida toda.
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“Muy buenos días para todos los que desde este momento nos sintonizan. Gracias por estar ahí. Hoy será un maravilloso día…”
Con un aire de optimismo este es el saludo que le damos a nuestra audiencia frente a la grave crisis de salud que nos agobia.
¡Toque de queda en la ciudad!, no importa que haya toque de queda en la ciudad, no importa. Mis colegas locutores, periodistas, comunicadores y demás personal que laboramos en los medios de comunicación, debemos salir a informarles a ustedes que “hoy será un maravilloso día”.
Nos preocupa que nuestras familias queden solas, ¡claro que sí! pero lo primero es cumplir nuestra labor: Debemos contarles sobre la nueva decisión tomada por un gobernante, la problemática del barrio, sobre el reciente paciente que resultó infectado por aquel virus, o en el peor de los casos, el deceso de otro infortunado individuo que no pudo derrotar al diminuto enemigo.
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¡No es que no nos importe el bienestar de nuestras familias, no! Lo que sucede es que nuestro deber tal como pasa con otras profesiones, otros guerreros, otros héroes que están de frente poniéndole el pecho a la brisa, nos lleva a salir de la seguridad de nuestros hogares para que ustedes se enteren de lo que ocurre en el entorno, en el país y en el mundo.
Con todo esto, quiero darle las gracias a cada uno de los técnicos de radio y televisión, periodistas, locutores, reporteros, camarógrafos que se exponen ante esta delicada situación y ante las más adversas condiciones.
Gracias a todos mis colegas y a ustedes nuestros oyentes seguiremos informando y aunque el miedo de cada amanecer esté junto a nosotros, el amor por este oficio siempre será mayor.