Las balas asesinas cegaron la vida de un gran hombre, que durante su trasegar le dio forma a un estilo distinto de hacer política en Colombia, más allá de los partidos convocó a coincidir sobre aspectos trascendentales del país, que no debieran tener color político, ni discusión ideológica y que el denominó "El acuerdo sobre lo fundamental". Hoy hago referencia a Álvaro Gómez, para citar un verdadero progresista, un demócrata, humanista que a razón del peso de la historia acumuló conocimiento y experiencia para poner por encima, los intereses supremos del Estado Nación.
Hoy más que nunca la dirigencia política colombiana tiene y debe ponerse de acuerdo sobre lo fundamental, y lo fundamental es un modelo económico que genere equidad, unos valores democráticos supremos, que garanticen el ejercicio de las libertades individuales y colectivas, una visión de largo plazo que establezca políticas públicas, que prevalezcan en el tiempo y el espacio y que tengan como premisa construir sobre lo construido.
La preferencia por lo social debe ser un imperativo de inversión pública, el respeto por la propiedad privada el eje fundante de la confianza de la sociedad para trabajar, producir y progresar, el Estado debe ser un generador de condiciones y esas condiciones deben dar seguridad ciudadana, jurídica, legal y económica. El nuevo país necesita más que agitadores, líderes capaces de potenciar las enormes ventajas comparativas que tiene Colombia, que a pesar de tanta violencia, corrupción, mediocridad y falta de unidad, aún vive y sobrevive y siempre podrá tener un futuro mejor.
El nuevo país y su dirigencia como dijo Churchill, "Debe pensar más en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones", nuestro modelo político electoral imprime una constante confrontación de los líderes políticos, agravando sin duda a esta situación la incursión de la mediocracia; todos los días ciudadanos, ciudades y departamentos, somos víctimas de la incapacidad y la visceral ambición, de muchos quienes se hacen elegir o son nombrados en cargos públicos, contadas excepciones.
Llego la hora de los consensos, de la solidaridad, de alejarnos de las discusiones que generan odio, confrontación y violencia, para darle paso al gran pacto social, pensando en nuestro país, en nuestros ciudadanos, no en las próximas elecciones.