He criticado abiertamente el mal uso de las redes sociales, especificando esa critica a los perfiles falsos y a las falsas noticias (fake news), que las denominé en su momento como, unas nuevas formas de lucha, que entraban a orientar o desorientar la opinión pública, unos instrumentos con patente de corso para atentar contra la legalidad, la verdad y el buen nombre de la gente o simplemente unos instrumentos como muchos que hay ahora para buscar réditos electorales y que lejos están de defender la democracia y el ejercicio de las libertades individuales y colectivas.
Y es que hablando de libertades, no puede ser que ahora estas, estén reguladas por el criterio de los dueños de las redes sociales, es claro que el mundo y cada Nación contienen en su ordenamiento jurídico y legal aspectos que defienden la honra y bienes de los ciudadanos, esos aspectos contenidos en la constitución y en las normas de cada país, deben proceder para castigar a quienes transitan hacia la ilegalidad con sus palabras o su hechos, ese debe ser el ejercicio que garantice las libertades, sobre todo la libertad de expresión de lado y lado.
El veto, la eliminación de una cuenta no pueden volverse los agentes reguladores de las expresiones, sea quien sea, vengan de donde vengan y generen lo que generen, máxime cuando estas tengan cuerpo e identificación, es decir cuando sean esbozadas por alguien de carne y hueso.
Estamos recorriendo un camino peligroso que atenta contra la libertad de expresión, un camino que no debemos permitir quienes defendemos las libertades como bienes preciados y valores de la democracia. Debemos entender razonablemente la legalidad, como instrumento que regula el uso de las libertades, que se delimitan hasta cuando se atenta contra las libertades de los demás, los ciudadanos así como tenemos derechos, inherentemente nos asisten unas obligaciones, que debemos cumplir so pena de sufrir la carga que consagra la constitución y la ley, es ahí, en el ejercicio de la institucionalidad donde deben dirimirse las diferencias o los delitos, no en un atentado directo al ejercicio de las libertades.
El uso de la palabra como un instrumento de la discusión publica debe prevalecer, hoy en dia los violentos o fanáticos van perdiendo fuerza en el discurso, los ciudadanos cada vez más exigentes identifican a los incitadores y mentirosos, a los que solo destruyen, pero también ellos tienen derechos, que se deben garantizar, cualquier conducta grave que signifique un delito tiene que tipificarse, instruirse y condenarse por una autoridad en el ejercicio de la legalidad, no por el dueño de una red social.
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