Respeto profundamente a Sergio Fajardo. De hecho ahora que ya no está en competencia, puedo reconocer que voté por su propuesta en las dos últimas elecciones. En 2018 lo hice convencido por su elocuencia y por su cercanía con gente decente como Antanas Mockus, e igualmente lo hice en este 2022, porque a hoy, puedo decir sin temor a equivocarme, que tenía el mejor programa de gobierno de todos los candidatos. Aterrizado, realizable y con un toque académico digno de un universitario como él.
No obstante, no comparto con él, aquella tesis de votar en blanco en la segunda vuelta, y mucho más cuando frente a Petro, se posa un candidato que no tiene idea de lo que habla, y que ha demostrado ser autoritario, misógino, déspota y de la clase alta colombiana que ve al pobre como a un limón al que hay que exprimirle todo el jugo.
Y es que Rodolfo Hernandez tiene detrás un equipo de estrategas que lo han sabido disfrazar de independiente y que le han metido en la cabeza que siendo alocado, lenguilargo y “chevere” en redes sociales puede llegar a cautivar incautos. Desafortunadamente así ha sido y hoy está muy cerca de ser Presidente.
Al candidato de 77 años lo rodean todo los anti-Petro, de los que en muchas ocasiones despotricó. El uribismo, los partidos tradicionales,y hasta Jorge Robledo, quien demostró su mezquindad, hablando mal de Petro y poniendo en duda el lugar de su nacimiento, como si eso fuera más grave que no conocer el país como le pasa al ingeniero.
Rodolfo no ha hablado del problema de tierras en Colombia, tampoco se ha referido a la educación superior, ni a la violencia del ESMAD. De hecho ni sabe que eso se llama así. No ha sido claro con las propuestas de diálogo con grupos como el ELN, y para colmo de males, ayer dijo que le gustaría que Germán Vargas Lleras fuera su Ministro de Defensa, es decir le abrió la puerta a toda la corruptela que rodea a los clanes que han sido denunciados por comprar votos.
Si hay un candidato de los dos que concuerda en muchas cosas con las propuestas de Fajardo, es justamente Gustavo Petro, quien teniendo algunas cosas que ajustar en su programa de gobierno, es quien está mejor preparado y se ha jugado la vida por defender los derechos humanos en un país con tantas tragedias.
Petro dejó de ser guerrillero hace 30 años cuando el M19 firmó la paz e hizo parte de la redacción de la constitución del 91, actual carta política del país, y una de las más garantistas en Ámérica Latina, pero eso lo ignoran quienes le siguen llamando guerrillero. Por mi parte tal y como hice en 2018 no me iré a ver ballenas.