Hace unos días estaba leyendo un estudio que hizo una importante universidad colombiana acerca de los peajes en Colombia. En el estudio se hacían comparaciones sobre los costos de estos en nuestro país y el resto de América Latina. Se deduce entonces que Colombia tiene el segundo costo más alto de este impuesto después de Brasil y Perú. También se decía que muchas veces los operadores eran los grandes ganadores de este negocio. Claro, eso ya lo sabíamos de sobra.
Más adelante explicaban porque eran importantes estos impuestos y los autores del estudio decían: para hacerle mantenimiento a las carreteras, para invertir en la señalización vial y seguridad en las carreteras, para construir nuevas carreteras y ampliar las ya existentes.
Obviamente en Colombia esta actividad está regulada por el gobierno y las leyes que emane el Congreso de la República. El ministerio de transporte es el titular y sus agencias como INVIAS tienen su parte. Existe la ley de peajes: 787 de 2002. Esto para los que gusten conocer un poco más sobre este negocio.
Hay algo interesante sobre este asunto: Resulta que para mucha gente es inconcebible que haya un peaje cada tantos (poquitos) kilómetros, cuando la ley dice que deben de estar a 110 el uno del otro. En Colombia es normal verlos cada 76, un impuesto muy caro para los colombianos.
Pero lo que más nos duele a muchos es el hecho que algunas veces estos cobradores están ubicadas en los sitios menos indicados, perjudicando la economía local. Está bien que algunos lleven años donde están, pero es sorprendente que no se puedan adaptar y sigan ahogando la economía de muchos pueblos y regiones.
Como ejemplo de esto tenemos al peaje que está ubicado en la vía Ibagué – Mariquita; llegando a Alvarado. Este peaje que se encuentra allí desde hace muchos años, tal vez desde los años 70, cuando se construyó la carretera en mención, es de gran importancia para el mantenimiento de esta vía. Nadie puede negar que permanece limpia y el mantenimiento que le hace el operador es, por lo menos, el adecuando para justificar el cobro de este gravamen.
Sin embargo, es necesario pensar en mover dicha caseta unos kilómetros más allá, tal vez después del casco urbano de Venadillo. Esto para que los pueblos aledaños a Ibagué puedan ofrecer servicios a los capitalinos, cada vez más ansiosos por salir a hacer turismo.
Algunas veces se escucha el deseo de la gente para que esto suceda, sobre todo en los pueblos de Alvarado, Piedras, Ambalema y hasta Venadillo. Una traba menos ofrece la oportunidad que solamente el turismo sin obstáculos puede para ellos en términos de la economía local y familiar.
Otros “sabios” de la política me decían que no era necesario hacer esto, ya que las personas que tienen vehículos pueden pagar el peaje sin ningún problema. Como quien dice “el que tiene para el whisky, tiene para el hielo”
Lo más difícil de entender es que muchas personas creen que es algo imposible. Abundan historias donde se resaltan gestiones de líderes haciendo esta petición a gobiernos sin mucho éxito. Hay que recordarle a la gente que cuando se habla de leyes, impuestos, gobiernos y demás, se habla de personas, porque somos nosotros los que hacemos posible que todo esto exista.
Mover una caseta unos kilómetros para el beneficio socio- económico de estos pueblos no ha de ser la cosa más difícil del mundo. No se pide que la quiten. Se pide que contribuyan con el desarrollo de una región. Es hora de que se avance en la construcción de un nuevo país y dejar atrás la mentalidad del no se puede. ¡Si se puede!
Le puede interesar: