En este año electoral se han desatado o potenciado unos fenómenos del comportamiento humano y social, bastante sorprendentes que van en contravía de la dignidad humana y de la legalidad que debe existir y en la que, debemos coexistir en una sociedad con un modelo de gobierno democrático. Esta gran crisis en parte se ha desatado por el desbalance y la alteración de la teoría de pesos y contrapesos, provocada por la reelección presidencial, que afectó la independencia de poderes y puso al país en medio de un conflicto armado y de violencia en una grave confrontación institucional.
Ese estado de invasión entre unos y otros poderes desequilibró el Estado y por ende la nación, llevó al fango los criterios de respeto, pero más grave aún, los de legalidad, disenso y construcción social, que necesita un país como el nuestro, víctima de tantos fenómenos de violencia, inequidad y abandono. La herencia maligna de este desafuero político, no previsto al aprobarse la reelección presidencial continuo, nos dejos un Estado presidencialista y centralista, lejos de las regiones, apartado de la vida real que viven la mayoría de colombianos, genero más odio e inequidad, pues intentando eliminar los actores de la violencia, nacieron otros más graves problemas que hoy nos tienen en división, odio y confrontación.
Nacieron unas “nuevas formas de lucha” como las he denominado, la injuria, la calumnia, el desprestigio como arma para eliminar a sus contradictores, empezaron a danzar en las redes sociales sin control, de allí saltaron a los medios de comunicación y al poder judicial, teniendo tanta fuerza en algunos casos, que solo la condena ante la opinión publica bastaba para exterminar o dar de baja moralmente el “objetivo”. La pos verdad o la mentira se han impuesto como “formas de lucha” para eliminar contradictores o hacer campaña política, Goebbels estaría fascinado pues uno de los postulados de su teoría de comunicación, es un éxito en Colombia, “repite una mentira cuantas veces sea necesario, hasta convertirla en verdad”.
La mentira por supuesto es inherente al populismo, el de izquierda y el de derecha, ese que irresponsablemente es utilizado solo para obtener réditos electorales. Quiera Dios y la sabiduría de nuestro pueblo, podamos acertar al elegir el próximo presidente de los colombianos, nuestra democracia y nuestras libertades están en riesgo.