Wilson Leal afirma que Camacol abandonó al gremio de los constructores de Ibagué

Contrasta la posición de los gremios de la construcción con la actitud de la Cámara de Comercio de Ibagué que viene ejerciendo una posición independiente y crítica del desmadre en el que el gobierno municipal tiene la ciudad.

En efecto, el hecho de que expedir paramentos para una construcción en la ciudad pueda llegar a demorarse hasta un año, no le causa ninguna molestia a Camacol y menos a las asociaciones de Ingenieros y Arquitectos.

Lo propio ocurre con el hecho de que una disponibilidad de servicios de acueducto y alcantarillado pueda demorar hasta dos años, situación que no causa frío ni calor a estas agremiaciones.

Que el Ibal niegue disponibilidades de servicios y no las reporte a la Superintendencia de Servicios Públicos para su verificación como lo exige la Ley, pareciera que es cosa de poca monta y no una violación normativa flagrante.

Más aún, que ejercer el oficio de Constructor en esta ciudad se haya convertido en delito a ojos del burgomaestre, que ve esta actividad como una actividad ilícita tan grave como traficar con coca o violar niños, no merece comentario alguno de los dirigentes de esta área en la ciudad y el Departamento, que miran para otro lado como si eso no fuera con ellos.

Construir es una actividad digna y valiosa que genera ingresos para el comercio, empleo para los trabajadores y recursos para el fisco y resulta incoherente que el Alcalde la critique, ocupándose su propio hermano de ella.

Y cuando uno se pregunta por las razones de tan rígido silencio gremial, no puede olvidar que esos gremios se convirtieron en contratistas del ejecutivo municipal, prestos a firmar convenios que eluden los procesos licitatorios en perjuicio de sus asociados.

Más inexplicable aún que haya aún ingenieros, arquitectos y constructores en la ciudad que paguen cuotas de afiliación y sostenimiento a gremios que prefirieron firmar convenios con el Municipio que ejercer la función de representar a sus afiliados, mostrado que no siempre a aquel  que entiende de números le funciona la cabeza.