Por: Miguel Angel Barreto
El país no sale aún de la consternación que produjo el ataque terrorista contra la Escuela de Cadetes General Francisco de Paula Santander de Bogotá, en el que fallecieron 21 personas, entre quienes están dos cadetes tolimenses, Allan Bayona y Steven Prada, jóvenes amantes del atletismo y el fútbol, y que dejó 68 heridos, de los cuales tres son tolimenses. A las familias de las víctimas mis condolencias. A la Policía Nacional toda mi solidaridad y respaldo.
Con más de 100 años de creación nuestra Institución nunca ha sido inferior a los retos históricos que le ha generado la violencia, el narcotráfico y la lucha contra grupos subversivos y bandas delincuenciales. Aunque este ataque es directo al corazón de la Policía nacional, no deja de ser una evidente provocación al país y un mensaje de intimidación que no puede ser aceptado bajo ninguna circunstancia.
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Rodear a la Fuerza Pública resulta fundamental. También el aporte de información por parte de los ciudadanos, incrementar la vigilancia, activar los protocolos de seguridad nacional y fortalecer nuevamente la inteligencia táctica y de comunicaciones en las investigaciones son tareas prioritarias y estratégicas para oponernos como Nación al terrorismo.
La realidad nos indica que a pesar de la firma del acuerdo de paz con el grupo Farc, los desafíos continúan en lo relacionado con la defensa del Estado y los valores de la democracia. Los cultivos ilícitos, el secuestro, la extorsión, los asesinatos de líderes sociales, las bacrim, el Eln y las disidencias, e incluso los problemas diplomáticos y de relaciones con Venezuela, son factores latentes que influyen en la seguridad nacional.
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Decir lo contrario sería desconocer el contexto del país en los últimos 40 años y cerrar los ojos frente a los desafíos ideológicos del siglo XXI. Ya Estados unidos, Reino Unido y Francia han sufrido ataques directos y dolorosos provenientes del fundamentalismo religioso.
En nuestro caso, y a aunque nadie quiere repetir la confrontación que se desató en el país en los años 80 y 90, primero con los carteles colombianos y después contra las Farc, y deseamos todos que cese la horrible noche, tengo la convicción absoluta que el Estado nunca será derrotado por los criminales y los violentos.
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No obstante, este sentimiento de dolor, muy consciente y entendible, no nos debe embargar la razón. Lo ocurrido no será una excusa para que los colombianos nos alejemos de otras discusiones prioritarias como son el empleo, la competitividad y el desarrollo de las regiones.
Colombia se encuentra hoy con serias falencias en materia de conectividad vial regional, en educación y limitaciones en su crecimiento económico y social. La pobreza y la exclusión siguen siendo tan peligrosos como el terrorismo.
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Nuestro futuro depende no solo de una agenda de seguridad más rigurosa, sino que exige nos reconciliemos como sociedad y establezcamos unas rutas de progreso y construcción de un país con oportunidades, garantista y equitativo. No nos dejemos distraer y no perdamos el norte. El reto sigue siendo construir nuestra Nación enfrentando todas nuestras amenazas, dificultades y limitaciones, pero siendo conscientes de nuestras potencialidades. #Noalterrorismo
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