He hablado de la seguridad como valor de la democracia para garantizar el ejercicio de las libertades individuales y colectivas, también he dicho que es necesaria en el progreso y el desarrollo de una región. Donde no hay seguridad hay miedo, zozobra y desconfianza, se deslegitima la institucionalidad y se impone otro tipo de “ley”, con otro tipo de agentes reguladores del comportamiento social y de la economía.
Bajo ninguna circunstancia el estado y la sociedad pueden sucumbir ante los ilegales, que han mutado en las grandes urbes, que imbuidas en el fenómeno del consumo de droga y microtráfico, sufren de nuevos fenómenos y nuevas formas de delito. En los sectores rurales que con la pandemia de a poco recobran la dinámica, que en otrora vivían en términos de productividad y economía, la extorsión se vive como tema permanente, circunstancias que obligan a los gobiernos y las fuerzas de seguridad del Estado a ver la seguridad desde ópticas adaptativas a estos nuevos fenómenos, estrategias y programas que deben construirse con los ciudadanos de manera actuante y activa.
La unidad para la seguridad es fundamental, el aumento de pie de fuerza tecnológico y los programas sociales, que generen distancias a las nuevas generaciones de los delincuentes y las drogas son fundamentales, es urgente hacer una gran trasformación en la política criminal del estado y en el sistema penitenciario, que se han vuelto generadores de desconfianza y caldos de cultivo para acentuar la inseguridad, en el sector urbano y rural.
Condeno enérgicamente los hechos sucedidos con don Ovidio Salazar en Herveo, para con su familia toda mi solidaridad, reconozco el accionar de nuestra fuerza publica y el compromiso del señor Gobernador con la seguridad.
La seguridad debe permanecer en la primera línea del interés estatal, el acompañamiento a los empresarios generadores de empleo y riqueza en nuestra sociedad debe ser especial, como especial debe ser, la seguridad comunitaria en un modelo de seguridad para la convivencia y la prosperidad.
Debemos ser cada día más fraternos y respetuosos con la fuerza pública, ellos cada vez mas cercanos a los ciudadanos. Todos los días en mis recorridos me convenzo más de la bondad y la generosidad de las mayorías, que sin contemplación y con firmeza, deben propender por erradicar en legalidad, la minoría delincuencial que intimida y mortifica.