La revolución de las cacerolas y los trapos rojos, Ibagué y el Tolima piden comida a gritos
Hace un mes el Alcalde de Ibagué y el Gobernador del Tolima, en compañía de la fuerza pública, le anunciaban al departamento que se empezaban a tomar medidas restrictivas de movilidad y un toque de queda en horas de la noche para contrarrestar el riesgo de contagio de COVID-19. Días después, el 24 de marzo, se iniciaba a nivel nacional la aplicación del decreto presidencial de aislamiento preventivo obligatorio, medida que mandó a todos los colombianos a sus casas.
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Lamentablemente el país, Tolima e Ibagué, la segunda ciudad con mayor desempleo e informalidad en el país, no estaba preparada para afrontar esta situación, razón por la cual al día de hoy en los barrios más golpeados por la pobreza las personas están desesperadas porque cada vez la comida escasea sobre las mesas y ya no hay que echar a las ollas y las cacerolas.
La preocupación por no tener que comer ha llevado a muchos ibaguereños y tolimenses a salir a las calles a trabajar, desafiando al coronavirus y al estado, arriesgándose a contraer el virus o ser objeto de un comparendo que asciende a $960.000 y en caso de ser reincidente ser judicializado ante los estrados judiciales.
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“Si no nos mata el virus, nos va a matar el hambre” aseguro un adulto mayor que vende tapabocas en el centro de Ibagué, “Yo tengo a mi esposa enferma, y hay que conseguir para la droga y la comida” dijo esta persona mientras se alejaba a ofrecer estos elementos de protección que se convirtieron en artículos de primerísima necesidad en la canasta familiar.
En medio de la pandemia, son muchos los ciudadanos que al ver la situación han decidido usar las protestas para clamarle al presidente, al gobernador y a los alcaldes que les entreguen ayudas humanitarias y no los dejen morir de hambre.
Es así como en muchas casas de Ibagué, han izado en sus fachadas los “trapos rojos” bayetillas, pedazos de tela, blusas o camisa de color carmesí que comunican que en esas residencias ya no hay alimentos ni dinero con que comprarlos, mensaje que invita a las personas de buen corazón a solidarizarse con ellos.
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Los “Trapos rojos” se ven cada vez más frecuentemente en los barrios del sur, el sector de los barrios del sur, en el Cañón del Combeima la comuna ocho y el sector de la Gaviota y el Salado, entre muchos otros puntos de Ibagué.
A pesar que los entes gubernamentales y empresas privadas se han unido para entregar ayudas humanitarias no ha sido suficiente para cubrir las necesidades de todos los afectados.
La necesidad ha obligado a los más necesitados a salir a las calles de sus cuadras, a los balcones y las puertas de sus casas, con tapas de ollas, cacerolas y manilillos y alzar la voz y pedir ayuda.
Las cacerolas se han hecho escuchar con especial intensidad en los barrios Nueva Castilla, Territorio de Paz, Augusto E. Medina y Alaska, sin embargo, se espera que en los próximos días se sumen otros sectores de la capital del Tolima.
En los demás municipios del Tolima la situación es similar, por un lado, hace dos noches en Venadillo la comunidad salió a las calles para hacer un cacerolazo y exigirle ayudas a la administración municipal, creando momentos de tensión entre la población que temían que se desatara algún problema de orden público.
Por su parte, en anoche en el Espinal familias de escasos recursos económicos residentes en el barrio Ciudadela Cafasur 2 etapa, salieron a las calles con sus cacerolas para decir que se habían cansado de esperar que llegaran las ayudas que le habían prometido y por esto salieron a hacer un cacerolazo.
En Bogotá, desde hace unos días se han vivido disturbios en algunos barrios por cuenta del desespero de los ciudadanos, cosa que se espera que no se presente en el Tolima, puesto que sería bastante complicado para la región.