La semana anterior volvieron de manera presencial alrededor de 600 estudiantes al campus de la Universidad del Tolima, luego de casi dos años de ausencia por cuenta de la pandemia. Si bien el Consejo Académico había aprobado un plan de alternancia para iniciar al 100% presencial en el inicio del primer semestre del año, algunos estudiantes solicitaron arrancar antes con el fin de terminar labores del segundo semestre del 2021, el cual se encuentra vigente.
Pese a que ello implicó una modificación en los calendarios y que algunos regresaran antes de lo previsto, las directivas del alma máter dispusieron de la logística necesaria para que, al volver los estudiantes, los salones estuvieran completamente remodelados y especialmente equipados con una pantalla de 75 pulgadas que ha permitido en los últimos días, las clases híbridas, es decir, algunos estudiantes en el aula, y otros a través de la virtualidad.
Y es que, si bien hasta el momento hay algunas obras en construcción (de las que algunos injustamente se han quejado), la UT ha avanzado de manera significativamente en modernizar su campus. Actualmente la lona verde a la entrada de la Institución, no esconde más que una gran apuesta por cambiar radicalmente la cara de la institución, con una moderna entrada que conectará al emblemático parque Ducuara a través de unos corredores y un bulevar digno de la universidad pública más grande del departamento.
Un nuevo bloque de aulas inteligentes que se hará por recursos de regalías, y un renovado jardín botánico, hacen parte de las obras, además de la remodelación total de salones a los que nunca en más de 50 años se les había hecho nada, como es el caso de los famosos “galpones” o “túneles del infierno”, de los cuales hoy en día no queda sino la anécdota.
En menos de dos meses, la UT deberá estar dando apertura a esas obras, y aunque pueda ser medio incómodo para algunos por estos días, dar una vueltica de más para llegar a un salón o al otro, lo cierto es que al terminar su periodo rectoral este año, Ómar Mejía se podrá dar el lujo de cerrar su carrera como rector, con ejecutorias importantes como la recuperación financiera luego de la crisis de 2015, la acreditación institucional de alta calidad, la construcción de obras de infraestructura como las mencionadas anteriormente y en las incluirse haber salvado la obra del hospital veterinario de la UT que estaba a punto de ser un elefante blanco, entre muchas otras.
No puede ser posible que mientras eso pasa, algunos afirmen falazmente que la Universidad está destruida, o que “tuvieron dos años para hacer las obras” cuando el mundo entero estuvo en cuarentena, incluidos los consorcios, los obreros, los ingenieros, y todo el mundo. ¿Palo porque bogas y palo porque no bogas?