Admiro la valentía de Gustavo Petro al reconocer que, para llegar a la Presidencia de Colombia, necesariamente debe sentarse a hablar con todos los actores políticos del país, aunque eso implique una ola de críticas y revanchismos de diferentes sectores, especialmente luego de su reunión del día de ayer con el desgastado César Gaviria. De la misma forma ha hecho el también candidato presidencial Alejandro Gaviria, quien ha recibido apoyo de algunos personajes poco gratos del partido Cambio Radical, pues tal y como dice Sergio Fajardo, quien se rasga las vestiduras constantemente por este tema, se puede ser diferente sin llegar a ser enemigo.
Quienes entienden de política saben que, en Colombia, las maquinarias son las que terminan definiendo la elección presidencial, y que, para ello, se debe llegar a consensos entre diferentes; Álvaro Gómez Hurtado lo llamó acuerdos sobre lo fundamental. Ojo que con ello no estoy diciendo que todo vale, pero alguien que quiera ser Presidente, no podrá serlo, si descarta siquiera conversar con sus diferentes, y actúa como si fuera el rey de la moralidad, como se dejó ver Ingrid Betancur y Jorge Robledo recientemente señalando a Alejandro Gaviria por hablar con distintas voces.
Además del juego de la política y el dinamismo que la caracteriza, los muchos “desaciertos” de Petro, como aquel lapsus de haber tomado licor antes de subirse a tarima en Girardot y haberlo reconocido públicamente, tienen que ver con una virtud y no con un defecto, con la providencia que no es inherente al ser humano como lo es la franqueza. Que el colombiano promedio piense que eso está mal o bien, o que le resta credibilidad a su persona, es otra cosa, pero no se puede negar que Petro ha sido franco, y que por franco quizás ni pueda llegar a ser presidente nunca.
A Jaime Garzón lo asesinaron por decir las cosas como son, y cantarle la tabla al que fuera. A quienes suelen hablar con la verdad aun con las cotidianidades de la vida, no los asesinan, pero generalmente los vetan, caen mal entre la gente, y suelen ser estigmatizados por “bocones” por imprudentes, etc. ¿Cuál es el problema de ser franco no solo en la política sino en la vida?
Adenda: Decía el senador Miguel Ángel Barreto no hace mucho que a Cortolima había que rescatarla de la politiquería. ¿Hoy pensará lo mismo luego de que sus alcaldes amigos fueron elegidos en el Consejo Directivo de la Corporación?