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El proyecto de acueducto complementario para la ciudad de Ibagué es más que la solución de la problemática de agua potable para los barrios del sur.
Ciertamente, la posibilidad de integrar al sistema de suministro el recurso proveniente del río Cocora, es determinante en la estabilidad de la prestación del servicio en la totalidad de barrios y comunas, especialmente las que han sufrido de un racionamiento crónico.
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Adicionalmente por supuesto, del éxito del acueducto complementario depende el acceso a un servicio con calidad y continuidad en las comunas 12 y 13 de la ciudad. En días pasados, las comunidades del sur de la ciudad en visita presencial a los sitios en donde se construyen las obras pudieron visualizar su atraso.
En efecto en la llamada fase 1 por cuenta de la realización de trabajos de estabilización que según la personería estaban previstos en los diseños originales y no se contrataron, las obras no son operativas en la actualidad.
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En la fase 2 que lleva las aguas desde el kilómetro 4 y fracción hasta la planta de la Pola, el avance entre Coello y Boquerón es insignificante. De las obras que permitan llevar el agua desde la Pola hasta el inexistente tanque sur y de allí bombearla nuevamente a boquerón no hay nada, menos aún de las que son necesarias para conectar el punto Boquerón con los tanques que llevan el agua a los habitantes de las comunas 12 y 13.
El compromiso adquirido con las comunidades del sur, en el sentido de suministrarles agua potable antes de finalizar el próximo año está lejos de ser cumplido y las decisiones de la autoridad ambiental que suspenden los trabajos en distintos puntos del proyecto confirman esta imposibilidad.
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El nuevo gerente del Ibal inauguró su gestión mostrando su falta de sinceridad, afirmando desconocer las decisiones de Cortolima y negándose a reconocer la imposibilidad de que el gobierno cumpla su palabra antes del 31 de diciembre.
Queda en manos de los jueces determinar si el incumplimiento de los compromisos del gobierno con las comunidades tiene o no algún efecto. Queda en manos de las comunidades definir si quiere seguir siendo rey de burlas del gobierno municipal.
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