Por: Indira Orfa Tatiana Rojas – tatianarojasoviedo34@gmail.com
La semana anterior, asistí al a la sustentación de un estudio de carácter científico de la Línea de Gestión Escolar de la Maestría en Educación de la Universidad del Tolima, sobre el Síndrome de Burnout en docentes, realizada por la psicóloga Diana Marcela Herrán Rangel y Francisco Javier Rodas Reyes, dirigida por el coordinador de la línea, Luis Eduardo Chamorro Rodríguez.
Los estudiantes plantearon que según Herberg Freundenberger, el Burnout es un “estado de fatiga o frustración que se produce por la dedicación a una causa, forma de vida o relación que no produce el esperado refuerzo”, que para Rubano, el Síndrome de Burnout, se refiere al “estrés laboral, como una epidemia global.”
Por su parte, la Organización Mundial de la Salud lo define como: “El conjunto de reacciones fisiológicas que preparan al organismo para la acción”, es decir, un estado de alerta ante cambios del entorno, que pueden ser peligrosos para él”.
Le sugerimos leer: Un Concejo Municipal de alto nivel
Sin embargo, Maslach y Jackson, consideraron que el Burnout era un síndrome tridimensional derivado de un estrés emocional crónico, caracterizado por el cansancio físico o psicológico, con la sensación de no poder dar más de sí mismo, con una actitud fría y despersonalizada hacia los demás, desarrollando las tareas con bajo logro personal y profesional.
El doctor en Psicología deportiva, Alberto Moreno González, docente de la Universidad del Tolima, autor del libro manifestó que las emociones y el Burnout en el deporte base, jurado evaluador de ésta, señala que “al psiquiatra nadie va, lo llevan”, entonces, cómo prevenir situaciones de salud mental críticas, si los docentes cuentan con muchos factores de riesgo, entre ellos, la remuneración que en gran número de casos no los satisface y en consecuencia no ayuda a la salud mental.
Le sugerimos leer: Los trámites en tránsito
Acomodarse a unas nuevas exigencias del Ministerio de Educación Nacional, como por ejemplo la entrega de un video de 45 minutos, que configura una “obra de teatro” para quienes hacen parte del Estatuto docente 1278 de 2002, no contar con un rector después de cinco meses, como ocurre en la Institución Educativa Antonio Reyes Umaña, de Ibagué, visibiliza una problemática, distorsiona el proceso de liderazgo y puede afectar el clima laboral que tiene incidencia directa con el Burnout, porque pueden crear climas tóxicos o nutritivos.
Hay resistencia natural para admitir que se tiene una enfermedad, se soportan las cefaleas, alteraciones cardiovasculares, gastrointestinales, dolores abdominales, musculares, impaciencia, irritabilidad, desconcentración, depresión, baja autoestima, falta de motivación, relaciones hostiles, cambios bruscos de conducta, pero no se toman medidas.
Le sugerimos leer: ¡No más cortinas de humo!
Por lo tanto, los investigadores recomiendan asumir estrategias de control, para evitar quemarse en el trabajo, solucionar problemas, ser asertivo laboralmente y manejar eficazmente el tiempo, proponerse alcance de metas y logros posibles de manera que no haya trabajo extralaboral.
Aumentar y conservar las amistades con relaciones interpersonales satisfactorias, delegar responsabilidades, no sentirse indispensable, solicitar ayuda cuando el trabajo es excesivo o cuando no se está preparado para afrontarlo.
Le sugerimos leer: Mentiras y Verdades del Acueducto Complementario
Compartir con grupos de trabajo y encontrar apoyo laboral, desarrollar un buen estado físico, nutricional y buscar momentos de distensión, distracción y buen humor, pueden beneficiar la salud mental y evitar en este caso el Síndrome de Burnout, que lleva a muchos docentes a problemas críticos por no tomar medidas a tiempo. Con el agravante de la responsabilidad social que le asiste a quien tiene en sus manos la formación de estudiantes. Son recomendaciones aplicables en todas las Instituciones Educativas.
Este artículo obedece a la opinión del columnista / Reproducción autorizada por el autor