Ese podría ser el título perfecto para la tragedia que hoy vive nuestra ciudad, no sólo por cuenta de esta terrible pandemia, las particulares y confusas medidas de “toque de queda” adoptadas por la administración municipal, sino también por la ausencia histórica de políticas públicas, decisiones gubernamentales y articulación de acciones orientadas a la generación de empleo.
Pero este no es un tema nuevo, realmente es un cliché que se repite cada trimestre desde hace más de 20 años. Sobre el desempleo en Ibagué, mucho se ha dicho y escrito. Un sinnúmero de artículos, columnas, editoriales, análisis y notas periodísticas dan cuenta de ello.
Se han desarrollado, con poca regularidad, foros, encuentros, paneles y estudios que de nada han servido. Prueba de ello, son las contundentes cifras en materia de desocupación laboral, la última de 37.6%, y la creciente informalidad, a través de la cual cientos de miles de ciudadanos han logrado sobrellevar la pandemia, muchos de ellos en las calles.
La situación se torna más caótica si analizamos los efectos adversos que vienen generando el denominado toque de queda permanente 5x2 y el nuevo pico y cédula, las cuáles han traído consecuencias negativas a la ya maltrecha economía Ibaguereña. Resulta fácil simplemente decir “Quédate en Casa”, cuando se tiene un sueldo público y desconoce la cruda realidad de los hogares Ibaguereños, que han encontrado en la informalidad, el rebusque y la calle una oportunidad para sobrevivir.
La nueva normalidad, de la que tanto se habla, implica serios compromisos ciudadanos, una verdadera conciencia colectiva sobre el riesgo que corremos, si no tomamos las debidas medidas de bioseguridad y autoprotección y se logra un efectivo control de las autoridades, para contener y sancionar a quienes no entiendan la importancia de acatarlas.
Pero entre tanto, ¿cómo salir del infierno del desempleo? ¿Cómo volver a ser una ciudad de oportunidades donde regrese la industria y se ejecuten grandes inversiones? Sin acudir a tanta retórica, es urgente la articulación real de esfuerzos entre la academia, fuerzas económicas, gobiernos Municipal, Departamental y ciudadanía, propiciando diálogos fluidos y permanentes, libres de egos y prevenciones, que permitan redefinir ya nuestra vocación territorial. Esto, por supuesto, incluye evaluar la pertinencia de la oferta académica y orientar los pénsum hacia las carreras profesionales, técnicas y tecnológicas que demandará la Ibagué post-covid.
La pandemia no puede convertirse en la excusa perfecta para dejar de buscar salidas a esta crisis económica, que está acabando con la salud mental y la vida de los ibaguereños. Nuestros gobernantes tienen que entender que la atracción de capitales y la llegada de nuevas industrias no se logra con burocracia estatal, se logra con decisiones fiscales, tributarias y administrativas que hagan atractiva a la ciudad.
Si tenemos claro que además de proteger el sector comercial, predominante en nuestro tejido empresarial, debemos sacudirnos y explotar de manera sostenible y sustentable el turismo, posicionarnos como plataforma de operaciones logística y potencia agroindustrial del centro del país, impulsar decididamente proyectos como la zona franca, la industria musical y cultural, el clúster de la salud y la generación de nodos para la innovación, ciencia y tecnología, pues llegó la hora que nuestros representantes y dirigentes eleven anclas, para que naveguemos juntos en este barco hacia ese rumbo.
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