En medio de estas horas difíciles en nuestro país, van creciendo los fenómenos sociales de inseguridad, inequidad, indolencia, insolencia y lo peor de violencia, todos provocados por esa enorme crisis de desequilibrio social, consecuencia lógica de inequidad, injusticia social y por supuesto del no, reconocimiento de la crisis. Uno de los poderes más desprestigiados y deslegitimados ante la sociedad, es el Congreso de la República, que ha perdido hace ya muchos años su representatividad, independencia y grandeza, no puede ser que en momentos tan difíciles de la nación el poder legislativo del Estado, no este pensando que aportar y quiera pasar de agache, sin observar la tragedia de pobreza, profundizada por la crisis pandémica, y que tampoco escuchen los gritos incesantes de jóvenes, mujeres, campesinos y demás colombianos, que piden transformaciones ya.
Será que para el Congreso se necesitan más muertos, más crisis de los productores campesinos, empresarios, más vías cerradas, mas crisis del comercio y más actos vandálicos, más marchas y cierres viales. Por Dios, se hace urgente y necesario que este congreso asuma con dignidad y grandeza, las obligaciones que tiene con el pueblo colombiano, para aportar a resolver la crisis de manera real, con transformaciones profundas que envíen un gran mensaje social y hacia la sociedad, trasformaciones para las próximas elecciones del mes de marzo, un mensaje de austeridad en el gasto público, reduciendo su tamaño ya, en por lo menos un cincuenta por ciento (50%), con unas reglas claras de participación en Cámara y Senado, que permitan en una y otra, la llegada de la representación regional, teniendo más ciudadanos con vocación y capacidad, velando de verdad por los intereses de la nación, sin ningún tipo de preferencia, con criterio, carácter e independencia, ojala donde quede exterminada la mediocridad.
Esta crisis solo se resuelve, si quienes teniendo como resolverla van decididos a hacerlo, sin hipocresías ni engaños, dejando de pensar solo en sus propias vísceras, para hacerlo con la razón, la verdad y el corazón. El país no aguanta más retórica, más estrategias negras populistas de izquierda o de derecha, que solo buscan resultados electorales, es el momento de la ciudadanía, de la equidad para lograr el equilibrio social, ES EL TIEMPO DE LA GENTE.
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