Siempre he insistido en la seguridad como un valor de la democracia, para garantizar el ejercicio de las libertades individuales y colectivas en nuestro país, lo propio he hecho criticando el modelo de “ideologización” de los temas importantes, modelo que busca confrontar, sacar réditos políticos o electorales y generar odio entre los ciudadanos; colocar linderos a los temas importantes definiendo desde cada trinchera quien es dueño de uno y de otro le hace mucho daño a la nueva Colombia que debemos construir.
Los temas de todos entre otros son la seguridad, el ambiente, la equidad, la generación de oportunidades para todos en educación y empleo, pero por sobre todo uno muy importante, que es el respeto por la diferencia para zanjar cualquier hecho de violencia verbal o física que busca sicariar moral o físicamente al otro, es decir lograr un contexto de verdadera paz social.
La situación de Ibagué es ciertamente particular, pues aunque las frías cifras que, revelan las autoridades de policía son alentadoras (para ellos) respecto a otras ciudades en Colombia, la percepción de la ciudadanía en materia de inseguridad es negativa, la sensación de intranquilidad es total, todos tenemos un familiar, un amigo o conocido que ha sido víctima de algún hecho en materia de inseguridad que nos lo ha contado con impotencia o rabia y lo peor, muchos van a denunciar y el desdén de la autoridad frente al ciudadano indefenso, traumatizado y violentado es de insensibilidad e ineficiencia.
Nunca mucho es suficiente en materia de seguridad, nunca muchas unidades de policía son suficientes, mientras no exista un liderazgo y una apropiación de la ciudadanía en materia de seguridad, de allí la importancia de generar procesos de apropiación ciudadana de la seguridad, de su contexto social, cada cuadra y cada barrio debe ser una célula de ciudadanos activos y actuantes, articulados con la fuerza pública para ejercer las libertades individuales y colectivas, cuidando la seguridad como un gran valor de la democracia.
No puede haber más miedo e intranquilidad en las calles, la respuesta de la policía no solamente puede ser reactiva, en materia de seguridad, la inteligencia y los procesos de apropiación comunitaria, deben funcionar como mecanismo de prevención y disuasión en el cometimiento de delitos. Necesitamos una Ibagué más segura, productiva, competitiva y en paz.