Por: Indira Orfa Tatiana Rojas – tatianarojasoviedo34@gmail.com
Cuando se lee el significado de la palabra Cárcel, según la Real Academia de la Lengua y se encuentra que se refiere al local destinado a la reclusión de presos, pareciera que las personas no alcanzan a dimensionar a qué se puede enfrentar quien infrinja la ley y sea privado de la libertad para pagar la condena correspondiente por el delito respectivo.
Cuando se le pregunta a un individuo que haya tenido estrechos vínculos con la cárcel, qué significa para él ese lugar, con ímpetu responde: ¡La cárcel es el infierno!
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Y no es para menos, el mundo que se vive ahí adentro configura la confluencia de delincuentes que no soportan, ni aceptan, ni admiten nada distinto a sus propios pensamientos porque cada segundo se vive para la disputa, el reclamo, la venganza, el mal, en alto porcentaje.
Es muy complejo sensibilizar a quien tiene como profesión quebrantar las normas, la Constitución, la ley, pero es necesario informar y prevenir desde los medios de comunicación, los entes gubernamentales, la academia en general, para que los jóvenes jamás caigan en privación de la libertad a la cual se llega con gran facilidad por delitos como hurto, tráfico de estupefacientes, homicidio, violencia intrafamiliar, falsedad en documento público, abuso sexual, entre otros.
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La violencia intrafamiliar, es uno de los delitos que en un instante puede cambiar la vida de la pareja, los hijos y las familias, que tienen muchas veces que padecer el rigor de la cárcel, por un momento de irreflexión del cual se arrepentirán toda la vida.
Es lamentable la situación de los infantes que nacen cuando sus madres pagan condenas, pareciera que estuvieran acompañándolas a purgar un delito que no les pertenece cuando aún están en el vientre y continúan desde el nacimiento hasta el día que cumplen sus tres primeros años de vida al lado de ellas. Estos niños, comparten un ambiente con diversidad de personas y aprenden la jerga propia de la cárcel, estiran su pequeño brazo por imitación, para que se les coloque el sello cada vez que hay una requisa. La infancia así es castigada. ¡Qué doloroso!
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El Código Penitenciario otorga permiso de 72 horas a quienes cumplen con los requisitos. En Ibagué, 300 internos hacen uso de este derecho, 50 de los cuales piden su permiso el 15 y 250 el 30 de cada mes, hecho que genera inseguridad porque muchos salen a delinquir en las calles y en consecuencia se les vuelve a judicializar.
Así no se está protegiendo a la ciudadanía, se cuenta con un Código Penitenciario que no se aprobó desde la perspectiva de la previsión y se expone a la comunidad, por lo tanto, este Código debe ser modificado.
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