Nos enfrentamos a unos nuevos fenómenos sociales, en el comportamiento de los ciudadanos, que tienen sendas trasgresiones, fruto de un cumulo de años de luchas y perfeccionamiento de estas, para lograr objetivos desestabilizadores de las instituciones del estado y de las instituciones de la sociedad, tal y como lo definen varios manuales para llegar al poder.
Abundan los hogares donde la confrontación es mayor, habida cuenta de la falta de formación en valores, la ausencia de espiritualidad, la influencia del mercado de consumo, la baja formación ciudadana y la poca comunicación critica.
La ideologización de los temas importantes, ha hecho dueños a unos y otros de estos, por ejemplo, los de la izquierda se creen dueños del medio ambiente y los de la derecha de la seguridad, como si los dos, no fueran intereses superiores de todos y no de unos cuantos que se ponen de un lado o de otro, solo para manipular.
El lenguaje agresivo que juzga y condena, hace juicios paralelos en medios tradicionales o alternativos, violando los más básicos derechos de todo ciudadano, amparándose ahora en las palabras “presuntamente” “sospechosamente”, lo que sin duda es un atentado a la verdad, la legalidad, la democracia y una afrenta a los poderes del estado.
Algunos se encadenan a un árbol para que este no sea tumbado y esos mismos otro día marchan para promover el aborto, la familia como base fundamental de la sociedad, cada día es más disfuncional por tanto menos orientadora y promotora de buenos seres humanos, la crisis es profunda y de graves consecuencias. Los discursos plagados de odios, que no proponen soluciones, sino que buscan generar animadversión a personas, teorías o cosas, no construyen, sino que ahondan una gran polarización que hace daño infinito y deja solo actitudes irreconciliables, donde no puede haber la construcción de un mejor país con oportunidades para todos.
Hemos sido víctimas de esa violencia, de ese tipo de violencia, que nos separa cada vez más como país, de la provocada por radicalismos y sectarismos, pero además llena de doble moral, pues no busca el beneficio colectivo sino satisfacer particulares intereses. Es bueno ver en el otro lo bueno, respetar la diferencia, construir, respetar las instituciones y nuestra democracia, haciendo uso real de nuestros derechos y no confundirnos, utilizando las vías de hecho.
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