
Desde el Vaticano y en español siga en vivo las Exequias del único Papa latinoamericano de la historia.
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Francisco, el Papa de los pobres: legado de humildad, diálogo y amor universal
Un pastor entre su gente: la historia de Jorge Mario Bergoglio
Nacido el 17 de diciembre de 1936 en Buenos Aires, Argentina, Jorge Mario Bergoglio creció en el seno de una familia de inmigrantes italianos de clase trabajadora. Desde joven, Bergoglio fue un hombre de profundas convicciones espirituales, pero también de una sensibilidad social que marcaría toda su vida pastoral. Ingresó al seminario diocesano de Villa Devoto en 1955, y luego decidió unirse a la Compañía de Jesús (jesuitas) en 1958, un movimiento poco usual en su tiempo para quienes aspiraban al sacerdocio.
Ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969, su formación estuvo profundamente marcada por los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, el discernimiento y el servicio a los más vulnerables. Durante la década de 1970, mientras Argentina atravesaba años turbulentos de violencia política y represión, Bergoglio ejerció cargos de responsabilidad como Provincial de los jesuitas en el país, guiando a su comunidad bajo la premisa de prudencia y protección de sus miembros.
Su trayectoria siguió creciendo: fue nombrado obispo auxiliar de Buenos Aires en 1992, arzobispo coadjutor en 1997 y arzobispo titular en 1998 tras el fallecimiento del cardenal Antonio Quarracino. En 2001, el papa Juan Pablo II lo creó cardenal, otorgándole mayor proyección internacional.
Un cardenal diferente: sencillez y compromiso con los marginados
Como cardenal, Bergoglio se destacó rápidamente por su estilo austero. Rechazó vivir en el palacio arzobispal y prefirió un pequeño apartamento, viajaba en transporte público y cocinaba su propia comida. Su mensaje insistía en "ir a las periferias", acompañando a pobres, enfermos y víctimas de las injusticias sociales.
Durante el cónclave de 2005, su nombre ya sonaba como una posibilidad para suceder a Juan Pablo II. Sin embargo, sería en 2013, tras la histórica renuncia de Benedicto XVI, cuando Jorge Mario Bergoglio sería elegido como el primer papa jesuita, el primer papa americano y el primer Francisco de la historia.
Francisco: el pontífice que llevó la Iglesia a la calle
El 13 de marzo de 2013, tras su elección, Jorge Mario Bergoglio eligió el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, símbolo de pobreza, paz y amor por la creación. Su elección fue un programa de gobierno en sí mismo: un papado enfocado en la reforma, la misericordia y la solidaridad con los más necesitados.
Desde el inicio, Francisco rompió moldes: pidió la bendición del pueblo antes de bendecirlo, redujo los protocolos del Vaticano y priorizó la cercanía humana frente al boato eclesiástico. Implementó profundas reformas económicas y estructurales en la Curia Romana, buscando mayor transparencia y eficiencia.
Uno de sus sellos distintivos fue su esfuerzo incansable por el diálogo interreligioso y la fraternidad humana. En 2019, firmó en Abu Dabi el "Documento sobre la Fraternidad Humana" junto al Gran Imán de Al-Azhar, gesto histórico en las relaciones entre el islam y el cristianismo.
La pasión por San Lorenzo: el corazón futbolero del Papa
A pesar de sus múltiples responsabilidades y de la magnitud de su rol, Francisco nunca ocultó su pasión por el fútbol, y en especial, su amor por el Club Atlético San Lorenzo de Almagro. Hincha desde la infancia, su vínculo con el "Ciclón" era una expresión auténtica de su identidad popular y barrial.
Incluso como Papa, recibió a directivos y jugadores del club, conservando siempre su carnet de socio activo. La pasión futbolera de Francisco reflejaba su conexión profunda con la gente común y su forma sencilla de disfrutar los pequeños placeres de la vida. Su amor por San Lorenzo se convirtió en símbolo de la naturalidad y humanidad que marcó todo su pontificado.
Encíclicas que marcaron época: llamados al mundo entero
El magisterio de Francisco dejó profundas huellas a través de sus encíclicas, documentos que abordaron los temas más urgentes de la humanidad contemporánea:
- Evangelii Gaudium (2013): Un llamado a una Iglesia en salida, centrada en la alegría del Evangelio y en una profunda reforma de las estructuras pastorales.
- Laudato Si’ (2015): Considerada una de las encíclicas más influyentes de su tiempo, esta carta sobre el cuidado de la casa común impulsó una conciencia ecológica global, integrando la crisis ambiental con la crisis social.
- Fratelli Tutti (2020): Un llamado urgente a la fraternidad y la amistad social en tiempos de fragmentación y conflictos.
- Lumen Fidei (2013): Aunque iniciada por Benedicto XVI, Francisco la completó, destacando la fe como luz para guiar el caminar de los hombres.
Cada encíclica no solo habló a los católicos, sino a toda la humanidad, apelando a un nuevo humanismo basado en la dignidad, el respeto y la solidaridad.
La voz de los sin voz: un papado en defensa de los olvidados
Francisco centró su pontificado en darle voz a quienes no la tenían: los migrantes, los refugiados, las víctimas de la trata de personas, los pueblos indígenas, los ancianos, los jóvenes desempleados, y los descartados por un sistema económico que él mismo criticó severamente.
Su histórica visita a la isla de Lampedusa en 2013, para rezar por los migrantes muertos en el Mediterráneo, fue un hito que definió su misión. Igualmente, su participación activa en la defensa del Amazonas y los derechos de sus pueblos originarios mostró su compromiso integral con la vida.
También impulsó un proceso de escucha a nivel global, el Sínodo sobre la sinodalidad, buscando transformar a la Iglesia en un espacio más participativo, abierto y atento a las realidades locales.
El último adiós: una humanidad agradecida despide al Papa Francisco
Hoy, 25 de abril de 2025, el mundo despide al Papa Francisco en las solemnes exequias celebradas en la Plaza de San Pedro, abarrotada por miles de fieles y representantes de todas las religiones y naciones. Su partida marca el final de una era que cambió el rostro del catolicismo contemporáneo.
Los testimonios de su influencia se multiplican: líderes mundiales, religiosos de diferentes credos, representantes de comunidades marginadas y millones de ciudadanos comunes rinden homenaje a quien durante 12 años llevó esperanza, sembró puentes y desafió al mundo a mirar más allá de sí mismo.
Francisco no fue solo el Papa de los católicos: fue el pastor universal de la misericordia. Su voz, su ejemplo y su obra permanecerán vivos en quienes continúan creyendo en un mundo más justo, más fraterno y más humano.
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