Sandy Smith Orjuela Sánchez, una joven nacida el 14 de agosto de 1999 en el municipio de Venadillo, Tolima, al norte del departamento, vivió parte de su niñez en Santa Isabel y luego gran parte de su vida en Girardot, Cundinamarca.
Su infancia y preadolescencia estuvo marcada por la ausencia de su padre y la falta de oportunidades en su entorno familiar, lo que llevó a Sandy a tomar caminos erróneos a una edad temprana.
Desde muy pequeña, Sandy, como la conocen todos sus allegados, experimentó momentos de rebeldía provocados por las circunstancias en las que creció. Los problemas familiares se convirtieron en el pan de cada día para una niña que apenas comenzaba a crecer y que terminaron influyendo en decisiones equivocadas en su vida.
Su adolescencia transcurrió en la capital del país, Bogotá, donde estudió hasta séptimo de bachillerato. Sin embargo, debido a problemas económicos, decidió abandonar su hogar y enfrentarse al difícil mundo de la calle, lleno de adversidades como la drogadicción y otros flagelos que acechan en lugares desconocidos.
Durante los años que vivió en situación de calle, Sandy tuvo momentos en los que anheló cambiar su vida. En un intento por rehabilitarse, llegó a un centro poblado llamado Caldas Viejo, perteneciente al municipio de Alvarado, Tolima y se acercó a la casa de su padre, pero solo recibió maltratos y esté fue denunciado por la comunidad. Finalmente, Sandy terminó bajo la custodia del bienestar familiar (ICBF).
“Estuve en hogares sustitutos, luego en fundaciones y eventualmente en correccionales debido a mi propia rebeldía. Así fui conociendo más sobre la vida, la calle y las drogas”, recuerda.
Con el paso del tiempo, Sandy decidió continuar su vida en las calles hasta que llegó a Ibagué por azares del destino. Allí conoció a un hombre y quedó embarazada, lo que causó un giro inesperado en su historia.
“Cuando me di cuenta de que estaba embarazada, sentí un bajón total porque nunca pensé que tendría un hijo. No estaba preparada para ello”, confiesa.
A pesar de las adversidades, la depresión que invadía su corazón, la drogadicción que dominaba su vida y la falta de apoyo del padre de su hijo, Sandy nunca consideró el aborto: “Mi hijo no tiene la culpa de mis errores”.
Tuvo que entregar la custodia de su hijo a una de sus abuelas cuando él tenía apenas un mes y luego se radicó en la plaza de la 21, donde sobrevivía con comida que encontraba en las calles y el vicio que la acompañaba día y noche.
El pasado 14 de marzo, durante una jornada liderada por la Policía Nacional y la Alcaldía de Ibagué para atender a la población vulnerable en la plaza de la 21, Sandy encontró una nueva oportunidad. En un momento de lucidez, recordó a su hijo y eso le motivó a intentar salir del círculo vicioso para reintegrarse a la sociedad.
Actualmente, Sandy lleva seis meses internada en la fundación sin ánimo de lucro Ministros Competentes. Su director, Lincon Suárez, junto a otros líderes y compañeros le han brindado una nueva oportunidad para rehabilitarse y cambiar su vida.
Gracias a los esfuerzos del creador de contenido social ‘El Calvo’, Sandy logró reencontrarse con su hijo después de mucho tiempo. Hoy celebra el cuarto cumpleaños de Fredy David V.O junto a él. Esta mujer ha logrado rehabilitarse de las drogas, mejorar su estado de salud e incluso emprender; ahora podrá darle un regalo a su pequeño Fredy, quien se ha convertido en un símbolo inspirador.
“Fui maltratada por el padre del niño; por eso me fui y lo dejé. Era él o yo, y desde entonces no tuve más contacto… hasta ahora”, concluyó.
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