Colombia lleva muchos sufriendo la violencia y en muchos casos abandono del Estado, como consecuencia de esa situación se ha alimentado el odio y la amargura que ha dejado una polarización sin igual, se ideologizaron los temas importantes haciéndonos creer que uno u otro bando es el dueño, por ejemplo, el tema ambiental o el tema de la seguridad, como si estos no fueran temas que revisten importancia para todos los colombianos. Somos víctimas de esa confrontación ideológica llena de retórica violenta que nos separa, desestimula la sana convivencia y el debate argumentativo respetuoso.
Sin duda nuestro país lleno de inequidad, convirtió en letra muerta gran parte de la constitución política de 1991 que, entre otras es una de las constituciones más reformadas en el mundo, con más de cincuenta y cinco cambios, lo que nos muestra el nivel de discusión política, reacomodamiento y por supuesto abuso, de quienes han sido protagonistas de la política colombiana las tres últimas décadas. Necesitamos grandes trasformaciones claro que sí, eso no está en duda, la inequidad y centralismo del Estado colombiano, lo han deslegitimado en la nación colombiana, se ha gobernado y legislado en grado sumo para los privilegios de unos pocos que no dejaron irrigar la prosperidad en todos.
Los resultados de la constituyente chilena tienen que servirnos como ejemplo, pues no se trata de pasar de la derecha a la izquierda, sino de la derecha a la unidad, para el caso en nuestro país, yo diría “de la polarización a la unidad”, muestra de ello, es que las elecciones presidenciales dieron cuenta de la polarización en la que aún nos encontramos, por eso esperanzados asistimos a la convocatoria hecha por el presidente Petro en términos de construir un país en equidad, paz y oportunidades para todos, sin negociar principios, solo dejando a un lado las posiciones, para construir el gran consenso sobre lo fundamental.
Colombia es una de las democracias más sólidas de América Latina, fortalecer la democracia pasa por fortalecer las instituciones, por eso cualquier gran trasformación del Estado colombiano, debe tener legitimidad en los poderes del Estado y de la Nación, solo de esa forma lograremos la tan anhelada unidad que traerá una verdadera paz.
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