La crisis de la ética en Colombia

No hace muchos días salió a la luz pública el caso de la actual presidenta de la cámara de representantes Jennifer Arias, en la cual la Universidad Externado de Colombia confirmó que hubo plagio en la realización de su tesis de maestría. Pese a que la representante del Centro Democrático afirmó hasta el cansancio que la estaban calumniando, tanto su universidad, como el profesor plagiado, salieron a confirmar el desafortunado suceso. Desde luego, más allá del boom de los medios y el juicio moral de los cibernautas en redes sociales, nada pasó, y la congresista sigue campante en su puesto, al cual debió haber renunciado por mera dignidad.

Como ese, hay cientos de casos en el mundo académico, pero especialmente en el mundillo político colombiano. Curiosamente el también congresista del Centro Democrático Ernesto Macías se vio inmerso en un escándalo relacionado con sus estudios anteriormente, así como también le sucedió al exalcalde bogotano Enrique Peñalosa, quien dijo haber estudiado maestría y doctorado en Francia, y de allá desmintieron tal cosa. Como si no bastara con la rampante corrupción en la función pública, el robo a la propiedad intelectual hace parte de las nuevas formas de desangrar al estado, y digo desangrar porque muchas de estas personas contratan con alcaldías, gobernaciones y diferentes entes territoriales sin que se percaten. Para la muestra un botón, el ex director de TICs de la Alcaldía de Neiva fue descubierto por escribir en su diploma Neiva y Universidad con B larga.