Más allá del aislamiento o del toque de queda, como medidas para disminuir el contacto social y frenar la pandemia, lo que estamos viendo hoy en las calles es la pobreza económica que sale a rebuscar ingresos para poder mantener a flote la alimentación básica, el pago de servicios públicos y si alcanza, para pagar el arriendo o la hipoteca del banco.
Por ende, la disminución del contagio ya no depende solamente del tapabocas ni de lavarse las manos, la disminución del contagio depende de la seguridad económica de más de 134.000 hogares de los estratos 1 al 4 que hoy se ven abocados a abrir sus negocios, ir a la plaza de mercado y a salir a las calles con sus ventas ambulantes para poder llevar algo de comer a su familia.
Y es allí donde el modelo planteado por el gobierno central no está dando resultados y por eso hoy somos el quinto país en el mundo con mayor número de contagios y donde la curva aplanada anunciada hace dos (2) meses realmente sigue mostrando picos cada vez más altos.
No se trata de fórmulas de aislamiento, se trata de cómo garantizar un ingreso que permita sostener la economía de las familias más vulnerables y que el aislamiento sea una medida preventiva eficaz.
Los municipios como Ibagué se encuentran atados por una legislación que no les permite otorgar empréstitos subsidiados, sino que deben recurrir a los límites y condiciones de préstamos que se asimilan a los créditos bancarios y, adicionalmente, las finanzas municipales no tienen los fondos suficientes que alcance para todos.
Los bancos no han prestado en la medida de las necesidades ni a tasas de interés que realmente permitan el estímulo empresarial y, además, que sea viable pagar la deuda.
Los fondos de pensiones tienen secuestrados $217 billones con tasas de interés irrisorias para los que en ellos aportamos.
Con ese panorama financiero desolador, el gobierno municipal y central deben permitir la apertura total del comercio, la industria y los servicios acudiendo a la cultura ciudadana del autocuidado preventivo y a la sensatez de salir solo cuando ello sea necesario.
Para poder respaldar dicha decisión, se debe aumentar la atención hospitalaria de cuidados intensivos tanto privadas como oficiales y es allí donde el municipio puede realmente invertir. En los casi 5 meses de aislamiento, la ampliación de las UCIs no se ha compadecido con el esfuerzo del aislamiento. El aislamiento era preventivo mientras se fortalecía la red hospitalaria, pero ello no ha ocurrido de manera significativa y entonces, para evitar que colapse el sistema, se perpetúa el aislamiento, empobreciendo la economía en general y es por ello como vemos que el desempleo pasó del 17,6% en diciembre 2019 a 31,7% en junio de 2020.
Todas las campañas de emprendimiento son bienvenidas, todas las agencias de promoción e inversión, son bienvenidas. Todos los descuentos tributarios con bienvenidos, pero mientras que mantengamos la población encerrada y se estimule el desempleo, no habrá consumo y las iniciativas de reactivación serán un saludo a la bandera. Por ello, bienvenida la apertura respaldada en el fortalecimiento del sector salud público y privado y en la cultura de prevención.
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