La administración de Duque ha sido caracterizada por múltiples escándalos y pocos logros tales como la ñeñe política, el préstamos a Avianca, la cocaína y su embajador, las declaraciones inapropiadas de su Vicepresidenta, el nombramiento del hijo de Jorge 40, el fracking, la concentración de poder en Procuraduría, Fiscalía, Congreso, Contraloría y la Defensoría del Pueblo, la reforma laboral que empobreció al pobre y etc, etc, etc.
Pese a lo anterior, en las últimas dos semanas, el Presidente Duque ha comunicado dos decisiones que benefician a Ibagué y su desarrollo, y no obstante todas sus salidas en falso, podemos dejar de reconocer sus acertadas decisiones.
La financiación del Sistema Estratégico de Transporte Público (SETP) por más de $300.000 millones, en medio de la crisis económica del país, hace que dicho compromiso que adquirió el Presidente Duque con la Ciudad en el Gobierno del Dr. Guillermo Alfonso Jaramillo Martínez, sea un aporte importante, pero sobre el cual, congresistas y otros personajes de la política han sacado pecho, pero fue la ciudad, la que de sus impuestos invirtió más de $12.000 millones para pagar todos los estudios requeridos por el Gobierno Nacional y para pagar la nómina de todos los funcionarios involucrados en ese proceso. Es el trabajo de todos. No el logro de un partido.
Ahora, el florero de Llorente está en el túnel de la línea, en el sentido Armenia Ibagué. Miles de cuestionamientos oportunistas, egoístas y faltos de visión sobre el significado de esa obra.
En el contexto nacional, Germán Vargas Lleras en su artículo el Tiempo, sale a decir que dichas obras carecieron de estudio, que fueron sobre costeadas, que en el gobierno Santos (donde el fue vicepresidente) fue el que más avanzó en el 80% y que además el gobierno Santos aportó $2 billones. Paso seguido, descalifica la obra porque dice que es incompleta y que su diseño fue errático. Parece que el Dr. Vargas ya empezó campaña a Presidencia.
En lo local se discute sobre si debió llamarse A o B. Que si Duque sabe soltar nudos, que si era más barato el Eurotunel, que si era así o asá.
Basta con quitarle el mérito nuestros logros y aún más cuando son tan relevantes y escasos. Debemos vernos con dignidad a nosotros mismos. El Túnel, siendo una obra anhelada, se volvió el centro del debate y del oportunismo mediático.
Volvamos a la realidad, a la realidad alejada de protagonismos insulsos, de denuncias tardías y de homenajes póstumos.
El túnel es desarrollo para el país, para el Quindío, para el Tolima y para Ibagué. No solo porque disminuye el tiempo y los costos del transporte de carga, sino porque aumenta el nivel de competitividad del país. Adicionalmente, reduce el número de accidentes y salva vidas al disminuir la accidentalidad. Porque aumenta el disfrute de viajar. Aumenta la sensación de seguridad y en especial, porque se rescató una obra que iba a ser un elefante blanco.
No seamos ciegos ni dejemos que nos enceguezcan. El país no puede seguir dividido por posiciones ni pasiones políticas. Los colombianos no nacimos con sellos de izquierda o derecha. No nos volvamos a 1948 cuando nacíamos liberales o conservadores. Eso hay que terminarlo.
No hagamos del túnel, un túnel de oportunistas. Hagamos del túnel un motivo de orgullo y de desarrollo local y regional. Somos libre pensantes y dentro de esa libertad debemos apreciar nuestros logros, sin dejar de revisar nuestros actos y la posibilidad de ser cada día mejores.
Hagamos del túnel una oportunidad para desarrollar a Ibagué a través de parques turísticos, logísticos, centro de deportes y todo aquello que se ha visionado por años. Hagamos del túnel algo nuestro para poderlo cuidar y hablar con orgullo del trabajo de nuestros ingenieros, arquitectos y obreros colombiano.
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